Cualquier unidad de salud debe hospitalizar a pacientes con riesgo suicida, sin importar si cuenta o no con personal especializado en salud mental, advirtió el psiquiatra Antonio Gregorio Camacho Martínez durante la conferencia “Actualización del protocolo de Acción ante el riesgo suicida en unidades del IMSS e IMSS Bienestar”, impartida ayer en el marco de la Jornada de Salud Mental organizada por la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJEZ).
“Ya no se vale decir que es un ‘paciente mental’, como suelen hacer en algunas unidades; deben vigilarlo en lo que se logra trasladar”, recalcó el especialista, luego de señalar que el IMSS encabeza la implementación de la Estrategia Nacional de Prevención del Suicidio.
Desde el auditorio de la Policía de Investigación, Camacho Martínez explicó que, conforme a dicha estrategia, cualquier persona que trabaje en una institución pública puede aplicar un primer tamizaje con la Escala Abreviada de Gravedad de Ideación Suicida Columbia (C-SSRS).
En los centros de salud, esta herramienta suele aplicarse por pasantes de enfermería, trabajo social o personal operativo, y permite identificar rápidamente casos de riesgo leve, moderado o agudo.
Cuando se detecta riesgo suicida agudo el protocolo exige que el paciente no se retire hasta ser evaluado clínicamente. Debe permanecer vigilado, sin acceso a objetos peligrosos, y el médico responsable debe ser notificado de inmediato.
Incluso cuando las respuestas a la escala no muestran riesgo activo o agudo, hay señales conductuales que los especialistas deben considerar en la valoración, explicó el ponente, poniendo como ejemplo los accidentes deliberados (como chocar el carro) o los actos de despedida.
Al hablar sobre factores de riesgo el psiquiatra señaló que, aunque existe un largo listado de ellos, la mayoría tiene poco valor predictivo. No obstante, mencionó algunos antecedentes significativos como haber sufrido abuso sexual, tener progenitores con trastornos mentales o historial de abuso de sustancias, y la presencia previa de conductas suicidas en la familia.
Retomando la Teoría Interpersonal del Suicidio, explicó que el riesgo se concreta cuando confluyen tres condiciones: la pertenencia frustrada (sensación de aislamiento), la percepción de ser una carga para otros, y la capacidad adquirida para morir por suicidio.
También expuso la teoría de los tres pasos (Klonsky, 2015), según la cual el intento suicida ocurre cuando el dolor emocional genera ideación, esa ideación se convierte en deseo activo de morir, y finalmente la persona adquiere la capacidad para actuar, es decir, pierde el miedo al dolor y a la muerte.
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), los intentos de suicidio en adolescentes se incrementaron en más de 600 % desde 2006, cuando la prevalencia era de apenas 1.1 %. Antes de la pandemia ya se había duplicado (3.9 % en 2018), y los efectos del confinamiento agudizaron la tendencia.
A nivel global, se estiman 53 millones de casos nuevos de depresión mayor y 76 millones de trastornos de ansiedad asociados a la contingencia por COVID-19. En México, en 2023 se registraron 8 mil 837 muertes por suicidio, el 81 % en hombres y el 65.6 % en personas menores de 40 años. A pesar de lo anterior, el ponente precisó que México se encuentra aún dentro del promedio en suicidio terminal y que las tasas generales de ideación y tentativa no son tan elevadas como en otros países.
Sin embargo, advirtió que muchas muertes no se registran como suicidio, como ocurre cuando una persona deja de dializarse o provoca un accidente de tráfico como conducta parasuicida.
Camacho Martínez instó a desmontar mitos y enfatizó que hablar del suicidio, si se hace con respeto y sin juicio, puede abrir vías de ayuda.
Advirtió además que la difusión de contenido sensacionalista —como noticias sobre métodos o lugares recurrentes de suicidio— incrementa el riesgo y debe evitarse por completo.
Respecto al tratamiento y en respuesta a una pregunta sobre cómo ayudar a personas sin derechohabiencia y de escasos recursos a acceder a medicamentos psiquiátricos, indicó que la mayoría de los medicamentos indicados para estos casos no requieren receta, y que se pueden conseguir sin costo a través del DIF, el Hospital de Salud Mental de Calera o en el dispensario de Guadalupe.
Por último, recordó que el protocolo nacional más actualizado para el primer y segundo nivel de atención contempla el uso de la Tarjeta de Seguridad del Paciente, una herramienta que guía al personal sobre cómo actuar ante cada nivel de riesgo y ayuda a elaborar un plan de seguridad junto con el paciente y su familia.