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martes, 17 junio, 2025
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Ismael Guardado, In Memoriam

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 669 / Ismael Guardado / In Memoriam

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Corría el año de 2019 y el Congreso del Estado de Zacatecas otorgó a Ismael Guardado el nombramiento de Hijo Predilecto del Estado de Zacatecas el 14 de mayo; previamente, el 28 de marzo de ese año se decidió mediante el Decreto No. 133 que así fuera y esa noticia se recibió con gusto en esta ciudad que está muy orgullosa de lo que sus artistas han realizado. 

Unos días antes de la entrega, el día 7, había fallecido Rafael Coronel Arroyo y los ánimos se volvieron a levantar un poco al enterarnos de que Ismael recibiría en vida esta distinción; al homenaje asistieron, además de las autoridades estatales, una gran cantidad de artistas y personajes del ámbito de la cultura y las artes para celebrar no sólo la vida de quien fuera originario de Ojocaliente, Zacatecas, sino el legado de este artista multidisciplinario cuya obra pública se encuentra en varios espacios de la capital zacatecana, mucha de ella en la Universidad Autónoma de Zacatecas, pero también en el Palacio de la Mala Noche, en la Presidencia Municipal de Zacatecas, en la Plaza Bicentenario, en el CCI del Tec de Monterrey campus Zacatecas y, por supuesto, en el recinto del Poder Legislativo, entre otros.

Ese mes de mayo, conversamos con Ismael Guardado a propósito de su reciente nombramiento como Hijo Predilecto y nos reunimos en la terraza del Hotel del Arte Santa Rita, desde donde teníamos como escenario el cerro de la Bufa y la Catedral. Antes de iniciar la conversación, escuchábamos “Vive Feliz”, interpretada por Antonio Aguilar, porque la letra es de Isidora Guardado, su madre, de quien tomó su apellido para firmar como artista.

¿Eres feliz?, fue la primera pregunta que le hice por la canción que acabábamos de escuchar y por los acontecimientos recientes… Ismael contestó que sí, que era muy feliz porque estaba en ese momento en “la creatividad constante, eso es la energía y la vitalidad que me da no estar pensando en las arrugas de ni en lo tullido; sí soy feliz, hay muchos proyectos, hay producción, hay más lecturas, hay más preparación, y eso es lo que me hace feliz”, (1) contestó quien solía desde siempre tener una vida muy disciplinada y de trabajo constante.

Ismael Martínez Guardado nació el 13 de septiembre de 1942, en un municipio muy cercano a la capital zacatecana, Ojocaliente. Ese día, contaba Ismael, se encontraba su madre en el cine viendo una película de Pedro Infante cuando empezó a sentir las primeras contracciones; de ahí se fueron a la casa que tenían justo al lado del jardín y fue recibido por una partera llamada Sara García. Nada es casualidad, porque su vida estuvo siempre rodeada de naturaleza, música, cine y cosas bellas.

Ismael Guardado en Ojocaliente. 1995. Archivo de Ismael Guardado.
Ismael Guardado en Ojocaliente. 1995. Archivo de Ismael Guardado.

A Ojocaliente lo llevó en el corazón no sólo porque fue su lugar de origen, sino porque siempre, de alguna forma, estuvo ahí con una palabra, con un pensamiento, con una imagen… en la década de los años 90 incluso construyó ahí una casa diseñada para que tuviera también su taller. Había una explanada grande en cuyo derredor estaban las habitaciones, el espacio en el que preparaba las piezas de una exposición para el Hospital Siglo XXI en la CDMX y una nopalera; en ese taller, además de sus caballetes y mesas de trabajo, se podían observar algunas piezas de barro del proyecto “La Ollesta” que realizó en coordinación con Ángel Cosmos y en el que participaron en la composición musical Vicente Rojo, Eduardo Soto Millán y José Navarro (de la Banda Elástica), entre otros. (2) Ojocaliente fue un sitio en el que deseaba permanecer más tiempo; había salido de ahí cuando tenía poco menos de 20 años y por eso había construido esa casa que pocos años después vendería para mudarse al estado de Jalisco.

Ojocaliente “es una raíz muy importante que sigue creciendo, que sigue fortaleciendo mi trabajo porque precisamente ahí es donde sentí cerca, por primera vez, las vibraciones del agua en mis pies”, decía con nostalgia  mientras recordaba las tardes de sus primeros juegos, la vida en el campo, la tienda de abarrotes de su padre, la panadería que tuvieron: “Todo esto fue fue un gran alimento antes de partir a la Ciudad de México”, afirma en esa entrevista recordando que fue en 1962 cuando ingresó a la Academia de San Carlos, con todo el apoyo de su familia, quien se mudó hasta allá y permaneció con él durante el primer año de sus estudios profesionales.

Fue Isidora Guardado quien le sugirió que ingresara a la misma academia en la que habían hecho sus estudios artistas como Manuel Pastrana, Julio Ruelas, Severo Amador y Francisco Goitia, seguramente porque desde niño Ismael empezó a manifestar su destreza con el dibujo y su madre veía la facilidad con la que hacía copias de lo que veía en la tienda de abarrotes de don Pancho Martínez -el papá de Ismael-, “llegaban ahí los almanaques de las compañías, a la tienda de abarrotes; entonces todas estas imágenes de los santos cristos, de los papas, de los toreros, de Jesús de los Helguera -pintor conocido en todos los almanaques-, era lo que yo copiaba en ese tiempo antes de irme a San Carlos. Yo lo hacía como un juego… sin ninguna pretensión, como hasta la fecha”;(3) tal vez por eso, Ismael decía reiteradamente que su mamá había sido un ángel o un arcángel.

Doña Isidora fue una mujer de una gran sensibilidad, compositora de música vernácula; sus canciones fueron interpretadas lo mismo por Antonio Aguilar que por David Sáizar, y, además tenía un oído muy especial. Ella le enseñó a escuchar los sonidos del silencio -decía-, además de enseñarle a tocar la guitarra le enseñó a escuchar con detenimiento, pero también le mostró que las posibilidades de creación son infinitas y que habría que luchar por lo que se desea. Fue ella quien lo acompañó a Aguascalientes para vender su primeras obras en el palenque de la feria antes de que se fuera a CDMX, pero también quien visitó al maestro Víctor Sandoval para mostrarle el trabajo de su hijo; de ahí surgiría una relación que daría como resultado el que Ismael trabajara posteriormente durante casi una década en Aguascalientes, en donde dirigiría el taller del Museo Guadalupe Posada y fundaría los talleres libres de grabado.

Tras graduarse en la Academia de San Carlos, viajó a París para tratar de investigar más sobre lo que se hacía en aquella parte del planeta, para investigar y visitar talleres de gráfica, que era lo que le interesaba más en ese momento. Para sostenerse, trabajó como cantante en un bar llamado Bateau ivre por un poema de Rimbaud, situado en el Barrio Latino de París en 40 Rue Descartes, un lugar en el que llegaron a cantar  “Piaf, Atahualpa Yupanqui y algunos otros franceses, poetas, Paco ibáñez…”; pero Ismael no tenía en sus planes quedarse de manera permanente en la Ciudad Luz, y le dijo a su amigo Federico Ávila con quien cantaba y al que había conocido en su estancia en San Carlos “sabes que me voy a México; no podía yo quedarme a cantar en París 30 años un mismo repertorio, sentía yo necesidad de otra actividad en mis manos, de fuerza, de materia”.(4)

Regresó a Zacatecas, eran los primeros años de la década de los 70; para entonces había ya tenido una exposición individual en el Teatro Fernando Calderón en 1965, y había realizado en 1969 El Prometeo para la Universidad Autónoma de Zacatecas, que se convertiría en una de las esculturas más emblemáticas no sólo de UAZ sino de la ciudad capital.

En 1972 se vivía un movimiento social en el ámbito universitario que coincidió con su regreso; los estudiantes y los profesores estaban apoyando a los campesinos por el derecho a las tierras y fue el momento ideal para que surgiera el grupo de los Huayrapamushka, mientras él coordinaba un curso de artes plásticas en lo que ahora conocemos como el edificio de Rectoría y que en aquel entonces albergaba el Instituto Zacatecano de Bellas Artes  “eran algunas tapias, empezamos a cubrir ahí paredes y agujeros con cartones y ahí empecé a dar ese curso, y participamos en parte de ese movimiento, en una exposición de los mismos alumnos que se hizo en el Calderón; fueron meses aquí nada más y fue cuando me volví a ir a Aguascalientes”. (5)

En Aguascalientes se había fundado entre 1967 y 1968 la Casa de Cultura que hoy lleva el nombre de Víctor Sandoval -su fundador-, quien después fue director de promoción nacional, subdirector y director del INBA y en quien Ismael encontró apoyo para trabajar en el vecino Estado. En esa ciudad permaneció cerca de una década, y eventualmente regresaba a Zacatecas, donde realizó Las Profesiones (1973), un conjunto de ocho lunetos en el patio central de la Preparatoria I de la Universidad Autónoma de Zacatecas, antes de viajar a Japón. (6) Ismael nunca perdió contacto con Zacatecas, pese a ser un viajero consuetudinario. 

A finales de la década de los 70 Guardado participó en diversos certámenes de artes plásticas y gana el primero y segundo lugar del Premio de Adquisición, Sección Bienal de Gráfica organizada por el SNAP/INBA en 1979; y en 1981 consigue nuevamente el Premio de Adquisición en Pintura y el de la Sección Bienal de Gráfica en el mismo certamen. Para entonces, el jerezano José de Santiago Silva fue nombrado director del Museo de Arte Moderno, y en 1982 Guardado expuso de manera individual en ese recinto. Uno de sus últimos proyectos en conjunto fue el libro coordinado por De Santiago en el que habla de Ismael y que será próximamente presentado.

En cuanto a los concursos, Ismael recomendaba a las nuevas generaciones que no dejaran de participar “hay que participar porque además con una selección que tengas te mandan un catálogo y te enteras de lo que se hace en Israel o Japón; ya con ese catálogo que fuiste seleccionado ves lo que está pasando y ya estás informado… también hay que saber qué se está haciendo en el medio del del arte, en las bienales… aunque te rechacen, pero esa actitud de confrontación es muy importante, no es para que ganes o vayas a ganar, te estás mostrando, siempre hay que estar participando” (7), él mismo participó en varios concursos durante su carrera profesional y muchos de ellos, alrededor de 70 nacionales e internacionales, los ganó.

Ismael Guardado durante su estancia en Japón, 1974. Archivo de Ismael Guardado.
Ismael Guardado durante su estancia en Japón, 1974. Archivo de Ismael Guardado.

Más de 60 años se dedicó Ismael Guardado al ejercicio de su profesión, y durante estos años participó en cientos de exposiciones colectivas y en por lo menos 130 exposiciones individuales. Nunca dejó de prepararse, pese haber iniciado a dibujar cuando niño, todavía hace algunos pocos años incursionó en la técnica del fresco, pues consideraba fundamental no quedarse sin aprender cosas nuevas: 

“Pues mira, esto es una es una investigación constante, no es esta cosa de estar ahí sobando con el pincelito y salivita y esas cosas; esto es de estar investigando, uno es un antropólogo siempre; tienes que estar investigando, escarbando y limpiando a ver que está abajo, a ver que hay abajo y estarle dando, sacarlo para darle ese lenguaje tuyo contemporáneo; la obra no es de aquí para allá, si es de aquí para allá la obra está plana, queda como obra de decoración. Siempre hay que viajar de atrás hacia adelante con la obra, estar dialogando desde atrás… eso quiere decir dialogar también desde adentro de ti… con todo, con las artesanías, los artesanos, barro, el agua, el fuego…”. (8) 

Así fue siempre Ismael, además de pintar hacía música, grabado, cerámica, arte objeto, escultura, por eso le pregunté ese 2019 qué más le faltaba por hacer, a lo que respondió:

“Me falta seguir descubriendo… no puede uno descubrir, desgraciadamente, lo insólito, pero sí te acercas y éste es un acercamiento -como lo digo siempre- místico, un acercamiento de meditación. También es muy importante ahí, en los momentos de meditación, de reflexión, de no cruzar una cosa con otra; de siempre estar consciente de que es un lenguaje, arte, de que es otro lenguaje y que cada lenguaje encaje donde sea; por ejemplo, la obra pública o las esculturas urbanas tienen que llevar un sentido de identidad con el entorno, con el espacio de un edificio, con las arquitecturas, con las antigüedades…”.(9)

La mañana del 16 de mayo tuvo finalmente el acercamiento más grande a lo místico, a lo insólito -como él decía-, falleció en Guadalajara y la noticia nos consternó en esta tierra en la que tenemos muchos motivos para recordarlo. Él soñaba con hacer una ruta que viniera desde Tlaltenango, pasara por Zacatecas y llegara hasta Ojocaliente, porque en estas tres ciudades tenía obra pública, “Yo lo veo como una ruta plástica de Ismael, que viene desde Tlaltenango con este mural, entonces aquí puede haber una ruta bellísima de toda la obra pública porque es además es como una cañada”. 

Queda pendiente ese recorrido que él pretendía fuera hecho por todos, especialmente por los estudiantes, lo más jóvenes; y la publicación de un catálogo de toda la obra pública realizada para la Universidad Autónoma de Zacatecas, institución en la que deseaba que su archivo personal quedara bajo resguardo, pero la muerte lo sorprendió sin que tuviera una respuesta concreta.

Sus obras más recientes en el Estado de Zacatecas fueron Cambio de vía, una pieza escultórica realizada en el Cerro de la Bufa en 2014; una escultura que develó en la vialidad que lleva al centro comercial Galerías; así como otra más, La flama, que inauguró en su natal Ojocaliente el 8 de abril de 2022.

Zacatecas lo extrañará siempre. Sobre esta ciudad, decía, y con esto finalizo:

“Desde que yo venía aquí, a los cuatro o 5 años para comprar la levadura de la panadería con mi padre, yo caminaba Zacatecas; llegábamos ahí donde estaba El Jacalito, ahí eran las terminales de los camiones y enfrente era la tienda donde comprábamos la levadura, caminábamos al mercado… desde entonces Zacatecas se me quedó… como Grecia; para mí  Zacatecas es como Grecia, en el sentido poderoso de la arquitectura, por el sentido poderoso de la geografía que tiene; la puedes caminar infinitamente, es un laberinto de encuentros, no es un laberinto donde te pierdes”.

Sus restos mortales fueron cremados en Guadalajara, no se sabe aún en dónde permanecerán. Lo que sí permanecerá durante mucho tiempo es la gratitud que los zacatecanos le tenemos por sus contribuciones al arte mexicano. 


(1) Ver “Videocolumna / Ismael Guardado/Hijo Predilecto de Zacatecas/Jánea Estrada”, en:  https://youtu.be/HNCOt734XJI?si=jZ2I2WtN-RXgyc4j

(2)  Ver “Tañido de imágenes. La Ollesta”, en: https://youtu.be/_OLnWQ9GrEs?si=LFEkUGYKwYc2s2fy

(3)  “Videocolumna / Ismael Guardado/Hijo Predilecto de Zacatecas/Jánea Estrada”, en:  https://youtu.be/HNCOt734XJI?si=jZ2I2WtN-RXgyc4j

(4) Ídem.

(5) Ídem. “La asociación musical Huayrapamushka surgió en 1972 y fue fundada por Marie Annick Morisse e Ismael Guardado, quien recientemente regresaba de uno de los primeros viajes a París, a donde partió también con sus propios recursos”, ver: Estrada Lazarín, Jánea, Una bizarra melancolía. La tradición plástica en Zacatecas, Secretaría de Cultura / Instituto Zacatecano de la Cultura Ramón López Velarde, Zacatecas, 2020, p. 242.

(6) “En 1973 Ismael Guardado viajó a Japón invitado por la Japan Art Festival Association para trabajar como asistente y aprendiz de serigrafía con el maestro Kiyokazu Yamasaki. Su estancia en Tokio se alargó hasta 1974; de ahí que su obra de esa época en grabado, sobre todo, empezara a reflejar la influencia de las técnicas japonesas, casi minimalistas. A su regreso a México, en Aguascalientes, luego de fundar el Taller Laboratorio de Artes visuales”. Estrada Lazarín, op. cit, p. 243.

(7) “Videocolumna / Ismael Guardado/Hijo Predilecto de Zacatecas/Jánea Estrada”, en:  https://youtu.be/HNCOt734XJI?si=jZ2I2WtN-RXgyc4j

(8) Ídem.

(9) Ídem.

 

 

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