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lunes, 21 abril, 2025
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Sembrando la Semilla de la primera enseñanza en la provincia de Zacatecas, 1804-1814

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

La destacada historiadora de la historia de la educación del siglo 19 mexicano, Anne Staples, llegó a decir que los gobernantes y élites quisieron hacer, de la instrucción pública de la primera enseñanza, “la panacea de todos los males”. En Zacatecas, antes de la Constitución de Cádiz, hubo intentos por sembrar, en algunos lugares, la semilla de la ilustración. 

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Además de las escuelas dependientes del Colegio San Luis Gonzaga, de la ciudad de Zacatecas, en el resto del territorio de la provincia había otras con carácter de pías, particulares o públicas, sin determinar con precisión su número, en los partidos de Jerez, Mazapil, Pinos, Nieves, Fresnillo, Tlaltenango, Juchipila y Aguascalientes. Si bien lo común, para la década que duró la revuelta autonómico independentista, la constante fue la carencia o clausura de establecimientos primarios.

La siguiente es una síntesis de los lugares y características con que se fundaron y sostuvieron algunas de las escuelas de los partidos o subdelegaciones zacatecanas (1).

Bajo el cargo de las órdenes religiosas o de las parroquias seculares, o bien, bajo la administración de los cabildos municipales, a lo largo del periodo colonial, para dar cumplimiento a las reales cédulas relativas al ramo de la instrucción de la primera enseñanza, aunque de manera intermitente, se abrieron escuelas de primeras letras. Nuestro problema, ante la falta de testimonios, es poder mencionar con precisión el lugar, la fecha, maestros y benefactores que fundaron y sostuvieron a los establecimientos educativos con sus legados que heredaron, los establecimientos educativos, durante el tiempo que nos ocupa. Un antecedente directo de este tipo de escuelas fueron las catequesis impulsadas por los frailes de las órdenes mendicantes, como fue el caso de los franciscanos. En dichas catequesis se buscaba la evangelización de los indios naturales. Se les enseñaba el español y la doctrina cristiana. Antes de las reformas borbónicas y del establecimientos de las intendencias, la autoridad política del Reino de la Nueva Galicia, del cual formaba parte la provincia de Zacatecas, solicitó al monarca español que le enviara cien frailes franciscanos para que instruyeran a los indios, y así, con el apoyo de “las justicias y encomenderos de los pueblos de los españoles de todo este reino para que nos ayuden a enseñar la lengua española a estos naturales […] por el beneficio que de ello todos reciben, para ser industriados y así mismo que pues los naturales a su costa e con nuestra ayuda hacen las escuelas e casas en las que se enseñan” (2). Con los fondos de las cajas de las comunidades de las repúblicas o pueblos de indios, es decir, con sus propios recursos, se edificaban las escuelas en las que se les enseñaba el idioma y religión de los conquistadores. 

Otro caso de un establecimiento educativo elemental documentado para el caso de la jurisdicción de Jerez, es el que da cuenta el capitán don Pedro Carlos Godoy, quien, en un informe de 1711, menciona que hospedó en su casa a Pedro Ledesma, contratado para “enseñar a leer y escribir a sus hijos, remunerándole con 50 pesos cada año” (3). Este sueldo, de acuerdo con la historiadora Águeda Jiménez, era menor al que percibía un indio de repartimiento por estas mismas fechas, los que ganaban dos reales. El maestro particular, que enseñaba a los hijos del capitán, cobraba poco más de real y medio diario.

Existieron otras escuelas, fruto, sobre todo, de la iniciativa de algunos filántropos en algunos municipios y cabeceras de los otros partidos. Mazapil fue uno de esos lugares. Elías Amador menciona que, por los años de 1794 y 1796, residía al frente de la parroquia del pueblo, el padre Salvador Apodaca y Loreto (4). Durante este par de años, el religioso originario de Guadalajara, “estudioso, benévolo y caritativo”, a decir de Amador, además de encargarse de proporcionar el pasto espiritual a sus feligreses, cooperó con sus propios recursos para el establecimiento de una escuela de primeras letras. Amador, sin estar del todo seguro, afirma: “Si no estoy equívoco en mis suposiciones, al P. Apodaca debió Mazapil el establecimiento de la primera y única escuela que hubo allí a fines del siglo pasado (se refiere al S. XVIII), porque antes de ese tiempo no se dice que hubiera ningún establecimiento de ese género en la citada población” (5).

Referencias:

1. Esta información consideramos que sirve de eslabón entre el antiguó y el nuevo régimen, entre la política educativa de la provincia e intendencia y el nuevo estado de Zacatecas, ya en el periodo independiente.  

2. Colección de documentos históricos inéditos o muy raros, por F. Orozco, T. I, Arzobispado de Guadalajara, 1922, pp. 220-221.

3. A. Jiménez, 1989, p. 113.

4. Citado en Elías Amador, Bosquejo Histórico de Zacatecas, pp. 565-566, 1982. Sobre los buenos oficios que Amador elogia del Padre Apodaca, nos dice que se conformaba a solicitud expresa con sólo la mitad de los emolumentos que como párroco de Mazapil debían de pagarle, destinando la otra parte a la ayuda de los desvalidos y necesitados. Gustaba además de vestir y alimentarse de manera humilde. Era, se puede decir, a diferencias de otros de sus congéneres, un buen cristiano, un verdadero representante del nazareno que practicaba los principios del redentor que murió en la cruz.

5. Loc. cit.

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