Es realmente insólito y predecible lo que actualmente vive nuestro país, en una de las conjuras jamás vista en un proceso electoral que se vaticina como espectacular, por la magnitud de los pretextos para difamar, mentir, calumniar, achacar y sobre todo, tratar de descarrilar el proceso electoral que dentro de unos días se inaugura en medio de escándalos con nombre, reproches y defensas, disputas y reyertas.
La opinión pública mexicana interpreta las cosas como son: la derecha agrupada en torno a la candidata del prianismo se pertrecha en la calumnia como forma de avanzar, crea demonios en palacio nacional para sentirse heroica, pero su desmán solo alcanza a desprestigiarla aun más y en un mar de definiciones y posturas, se avecinan acontecimientos que ojalá no estar con el alma en un hilo a una república que se reconstruye luego de la larga noche del neoliberalismo y de sexenios de saqueos y patrañas que hicieron infelices a millones de hogares mexicanos.
El presidente responde ante la campaña de odio y de cosificación de la lucha cívica , la derecha juega su papel pues el siguiente paso es la violencia directa, el escándalo del crimen, la connivencia directa con los grupos paramilitares para inducir su brazo en algunas regiones del país que seduzca a candidatos o impida sus campañas, se apropie de las urnas o se den pretextos para que el siguiente paso sea anular las elecciones para impedir a toda costa que la candidata de izquierda no siga siendo y asume el poder de la presidencia y se convoquen a nuevas elecciones donde la ingobernabilidad pudiera dar al traste con los avances innegables que han tenido mínimo 36 millones de hogares o casi 70 millones de mexicanos.
La opinión mundial está a la expectativa del acontecer mexicano como la oportunidad real del avance de un movimiento generacional nacionalista y humanista que solo busca orden en casa, y que dicho movimiento se empareja con una acción y visión directa de países del continente y del mundo que reclaman con urgencia el cese de la turbulencias, el egoísmo, la trampa, el saqueo, el retroceso y poner diques al golpismo a los gobiernos triunfantes mediante la patraña judicial, la incitación corrupta a las fuerzas militares, al malinchismo y la barbarie. Todo puede suceder.
Realmente soy pesimista y hasta temor da de lo que es capaz la derecha mexicana financiada por los grandes magnates mundiales y de los nativos que saquearon las arcas públicas en forma descomunal pero que no tienen llenadera.
Un día le dije al ex embajador mexicano en China al Lic. Fausto Zapata Loredo, -en un recorrido en su campaña como candidato a la gubernatura potosina, de Matehuala a Real de catorce- que lo que realmente admiraba del oficialismo era su acendrada lealtad a quienes los habían formado en el servicio público y los había enriquecido, Fausto sonriente asintió mientras platicábamos, entre otras cosas, del eclipse que en esos momentos colocaba en la magia al país entero.
Eso es lo que tiene la derecha mexicana: una lealtad sin límites a los entes corruptos que les dieron vida de millonarios y que quieren vuelva a repetirse. Por ello son capaces de todo, absolutamente de todo.
Esperemos que a fin de cuentas se imponga la cordura, la sapiencia y la fama y el resplandor de la nueva democracia mexicana, hoy amenazada fuertemente por una derecha irascible, tramposa y llena de sinrazones.