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miércoles, 26 junio, 2024
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Buscaglia y el futuro de México

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

■ Inercia

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En la nota de un periódico nacional mexicano, la cabeza apunta las palabras de Edgardo Buscaglia en entrevista, quien augura para nuestro país más ‘ayotzinapas’, corrupción y crisis:

“Todo va a seguir igual: la violencia física se va a bajar en algunas regiones porque se consolida el Cártel de Sinaloa, y aumentará en otras porque otros cárteles le van a disputar territorio [al de Sinaloa]. Los delitos patrimoniales van a seguir aumentando el fraude, la extorsión, el tráfico de seres humanos, con o sin violencia física, esto va a seguir ocurriendo, lo que podríamos esperar es que no sucediera otro Ayotzinapa, pero mientras no se resuelva la crisis de Estado, van a seguir ocurriendo muchos ayotzinapas.”

Y sin embargo, las predicciones de Buscaglia no son sorprendentes. La mayoría de los mexicanos tenemos plena conciencia de ello. Sabemos que la situación social, económica y moral del país sigue en declive, y que lejos de acercarnos a una solución, vamos con singular alegría encaminados a la indiferencia.

 

No pain, no gain

Aunque son fechas en las que culturalmente se habla mucho de amor y de paz, es cierto que son palabras superficiales e incluso nocivas ¿Cómo un país en el que ocurren día a día crímenes tan atroces se puede hablar de sentimientos tan etéreos? Pues de la misma manera en que se habla de justicia, igualdad y autonomía.

Las profecías de Buscaglia son un lugar común en nuestro lenguaje diario. Sabemos que nos encaminamos presurosamente hacia un futuro desolador, pero preferimos pensar que no es así. Y eso tiene su justificación, pues tampoco es posible subsistir pensando y hablando todo el tiempo de lo terrible que es nuestra realidad.

Hablar y visualizar no ayudan en mucho. Por infortunio, es comprobable que, el ser humano aprende con velocidad sólo mediante la experimentación sensorial cuando no ha desarrollado sus capacidades intelectuales a la par de las emociones, como es el caso del mexicano promedio.

En nuestra sociedad es muy común caer en dimes y diretes con cualquier hijo de vecino, pero no por cualquier cosa; en realidad, lo que generalmente acarrea conflictos entre nosotros son aquellas situaciones que tocan la víscera. Nos afectan los comentarios o acciones que nos perjudican directamente en lo emocional. Aún no desarrollamos la conciencia de nuestro intelecto al nivel de poder diferenciar lo esencial del ego.

Buscaglia propone soluciones que tienen que ver directamente con lo institucional y la cuidadanía: “No hay otras salidas. Hasta que México no pase del ‘forito’ o conferencia, a la auditoría, las cosas van a seguir igual. Muchos países ya hacen sus asambleas y nombra a sus representantes, a sus auditores a través de leyes de participación ciudadano que no son una ‘simulación mafiosa’, como la de la Ciudad de México, y se meten en el intercambio grueso y delgado de todos los municipios.”

Sin embargo, estas ideas de Buscaglia poco tienen de realismo. La gente en México no puede pasar a la auditoría, porque aquí no se acostumbra a escuchar y comprender al otro, en ese sentido no hay un ejercicio de diálogo. El ciudadano en este país no se compromete a nada; es muy soñador creer que de un día para otro toda una cultura milenaria de pensamiento se reestablezca y todo cambie.

 

En teoría todo es posible

¿Entonces qué es lo que sí haría cambiar a nuestra nación? Como mencioné líneas arriba, cuando no se tienen las herramientas intelectuales suficientes, lo que prima es la emoción. De este modo, mientras no seamos una sociedad con una capacidad racional lo suficientemente madura, seguiremos nuestro lento aprendizaje mediante lo visceral.

Y esto es comprobable en nuestra historia; recordemos todos los episodios sangrientos que hemos presenciado hacia los estudiantes; todos los feminicidios; la violencia del crimen organizado. No son eventos ocasionales, ni que se hayan ejercido desde apenas un par de sexenios gubernamentales. No son pocas las personas que han llorado por familiares desaparecidos o agredidos… Pero es sólo esa gente quienes han entendido de manera mucho más plena lo compleja de la situación.

Es terrible verlo de esta manera, pero así ha sido el actuar del mexicano desde hace siglos “mientras no me afecte, no es importante”. En otras palabras, la indiferencia es proporcional a la magnitud del ego, de la incapacidad de experimentar en cabeza ajena el sufrimiento.

Y es que, podemos ir y participar en las marchas o manifestaciones públicas, contra determinada injusticia, pero ¿de qué sirve cuando lo que se quiere es el reconocimiento personal de nuestra participación en tal movimiento más que realmente lograr algo? El ego es algo tan terrible, porque en él tiene raíz la mayor parte de nuestras desgracias…

Edgardo Buscaglia dice que en México existe “en teoría participación ciudadana”, a lo que habría que agregar que en México existe “en teoría” ciudadanía y que “en teoría” todas sus ideas (las de Buscaglia) son muy buenas… Pero lejanas a la práctica. No se necesita ser un experto en seguridad para predecir un futuro negro para este país; pero tampoco hace falta ser tan pesimistas, a fin de cuentas es el futuro que elegimos día a día. ■

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