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miércoles, 26 junio, 2024
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Energía y conflictos globales

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Por: ROGELIO CÁRDENAS VARGAS •

El conflicto entre el gobierno de Israel y el grupo Hamas en la región de Gaza -una catástrofe humanitaria por donde se vea- ha tenido repercusiones importantes no sólo en la zona del conflicto, también a nivel global. Las tensiones geopolíticas que se venían sintiendo con el conflicto entre Ucrania y Rusia, se han intensificado; por un lado, los aliados de Israel -los Estados Unidos de América y la Unión Europea- y por el otro los impulsores de un nuevo orden global -Rusia y China-.

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Sumados a estos dos polos, los países productores de petróleo de la región han cuestionado severamente la postura de apoyo a Israel, y han causado que los mercados energéticos se desestabilicen nuevamente, los precios del petróleo se han incrementado ligeramente y nuevamente las alarmas han saltado, tanto por la proximidad del invierno, como por el miedo a una eventual disminución en el suministro de los recursos energéticos, principalmente hacia Europa.

Si bien las reservas que mantienen actualmente los principales consumidores son suficientes, según los expertos, la posible escasez o el aumento de los precios del petróleo pone nuevamente en la mesa la necesidad la tener políticas energéticas que disminuyan el impacto de los conflictos bélicos, sobre la economía de las naciones.

Justo en el aniversario de la Organización de las Naciones Unidas y con la próxima Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU -COP28- a finales de noviembre, hay que replantearse la efectividad que este organismo, creado hace 78 años, tiene para disminuir los conflictos bélicos del presente, que no sólo causan la muerte de inocentes, sino aceleran la llegada al punto de no retorno climático.

Las potencias mundiales gastan millones de dólares para mantener conflictos bélicos que incrementan las emisiones de gases de efecto invernadero, dinero que bien podría financiar el desarrollo de sistemas energéticos eficientes que disminuyan, no sólo la dependencia energética de algunos países, sino también, que la dependencia que tiene la humanidad de los combustibles fósiles y la incertidumbre económica que aumenta cada vez que se inicia un conflicto bélico en algunas regiones.

La ONU claramente esta sobrepasada en ambos temas -bélico y cambio climático-, pero no estaría de más hacer un llamado a la paz, no sólo para salvaguardar la vida de los millones de humanos en las zonas de conflicto, sino para evitar el desastre ecológico que representaría el cambio climático.

De nada servirán las resoluciones sobre el cambio climático que emerjan de la COP28, si no se pueden evitar la muerte de miles de inocentes por la inoperancia de un organismo constituido precisamente para promover la paz. En nuestro mundo globalizado, la guerra no sólo afecta a las regiones en conflicto, la especulación de los mercados -como el energético, genera muchas más víctimas en todo el mundo, incrementando costos, que personas en situación de pobreza no pueden resistir.

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