El consejo general del Instituto Nacional Electoral, INE, aprobó los criterios para que los partidos políticos garanticen la paridad de género en los 9 procesos electorales de 2024, en los que se disputarán gubernaturas. La buena noticia es que al menos 5 de estos espacios deberán ser para mujeres.
Esto marca un hito en la historia de nuestro país, pues si bien las mujeres en la política hemos tenido avances en los puestos de representación popular, aún nos falta un largo camino que recorrer. Actualmente, sólo el 25% de las gubernaturas en nuestro país son encabezadas, por mujeres, en el Congreso de la Unión y en los Congresos locales la paridad se cumple 50%; sin embargo, en el ámbito municipal, la disparidad es amplia, pues sólo hay 522 presidentas municipales que representan tan sólo un 25%.
Estos avances se han dado gracias a una larga lucha de mujeres, colectivas, sociedad civil y legisladoras que alzaron su voz por muchos años para que la participación política de las mujeres en México sea una realidad. Fueron quienes impulsaron las reformas de 2014 y 2019, en materia de paridad, con antecedentes como el establecimiento de las cuotas de género, y si nos vamos más atrás, este fruto de aquellas semillas que plantaron las sufragistas que imaginaron un país en el que las mujeres tendrían los mismos derechos político-electorales que los de los hombres.
Este legado es grande, por eso hoy, celebremos las buenas noticias. Celebremos que gracias a esa lucha el escenario político y social de nuestro país por primera vez se reconfigura para reconocer los derechos de quien somos la mitad de la población: las mujeres.
Sin mencionar que, por primera vez en la historia de nuestro país una mujer será quien se ponga la banda presidencial y sea designada como presidenta.
Este escenario nos hace reflexionar en torno a los retos que tenemos por delante, como el hecho de que debemos impulsar a que más mujeres estén en cargos de toma de decisiones, pero no sólo en el ámbito político sino en todos los sectores. Tan sólo hay que revisar los números para comprobar que hay mucho por hacer en este sentido. Por ejemplo, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), México alcanzará hasta el año 2052 la paridad de género en los consejos de administración de las empresas.
El segundo reto a vencer es la violencia. La violencia política en razón de género no sólo lacera los derechos políticos de las mujeres que buscan hacer una diferencia desde la administración pública, sino que en ocasiones les ha costado la vida a muchas de ellas. Las violencias en todas sus formas y espacios deben erradicarse, porque de lo contrario no podremos hablar de una real igualdad sustantiva.
El tercer reto, y el último, que me gustaría reflexionar con ustedes, es la educación. Parafraseando a Malala Yousafzai, quien se convirtió en la persona más joven en recibir el premio Nobel de la Paz, la educación es un poder para las mujeres, una mujer que se educa es una mujer más poderosa. Tenemos que acortar las brechas que aún persisten en este ámbito para que cada vez más mexicanas desarrollen todo su potencial.
Como madre de una niña, activista y feminista, me emociona muchísimo saber que las jóvenes, niñas y nuevas generaciones de mexicanas cada vez están más cerca de tener una vida en la que si se proponen ser presidentas saben que ese sueño sí se podrá cumplir.
