La Gualdra 591 / Gráfica / Exposiciones
El arte pone a prueba nuestra memoria, esa capacidad para evocar el pasado y a sus antiguos habitantes. Son ellos, ellas, quienes nos mantienen siendo. Seres en movimiento, que nacen y perecen. Vida y muerte pactan en ti, señora de la noche, me acuerdo que una vez leí esa frase. Las imágenes de Lugo invocan a esa señora de la oscuridad que vive en sus recuerdos, pero también tiene la capacidad de desenterrar un pasado compartido, ése que te pertenece a ti y a tus iguales.
La modernidad tiene recovecos en donde la luz pega con menos fuerza. Los románticos se dieron cuenta y constataron los placeres de caminar a través de la oscuridad. Se volvieron lúcidos por melancólicos, locos por la otra belleza o, para decirlo con más precisión, por la belleza de lo otro. La melancolía es un monstruo con miles de rostros: un Gorrión zacatecano, una arcaica cucaracha o un salvaje Antropófago. A diferencia del dogma, el mito nos conecta con nuestra animalidad. De esas aguas bebe el arte. Los salvajes habitan bosques prohibidos, heladas lejanías y océanos traicioneros. Habitan en lo más profundo de nuestra imaginería. El salvaje es un reflejo de lo que somos, monstruos creadores, monstruos alados, monstruos caníbales, monstruos revolucionarios, monstruos ya sin carne para ser roída.
Estos Lapsos Gráficos nos muestran una variedad de temas y de formas, unidas, no obstante, a través de un gusto por la maraña; es decir, expresan la fascinación del autor por una realidad áspera, diversa y oscura. El arte es una conexión con el pasado radical: atavismos. Nuestra remota animalidad no es menos que un recordatorio de lo que seguimos siendo, seres mortales. Tal vez por eso Lugo se ha imaginado ya sin vida, con los ojos cerrados, lleno de una tranquilidad que le es ajena, pero que por naturaleza le pertenece.
*La exposición Lapsos Gráficos, de Ozvaldo Lugo, se inaugura el lunes 25 de septiembre, a las 12 del mediodía en Galería EmE del Teatro Fernando Calderón.
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