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jueves, 28 marzo, 2024
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Francisco Ignacio de Saavedra

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

José Antonio Carreño no duró mucho como maestro en la escuela y con la plaza que ganó vía concurso de oposición. El nombramiento definitivo de Carreño con su título fue expedido en Guadalajara el 30 de diciembre de 1803.(1) En el texto del nombramiento, respetando la sintaxis de la época, se menciona que: “Sirva la referida escuela vacante, con tal de que no falte a las horas de regulares y enseñe las primeras letras, la doctrina cristiana y a que observare los mejores autores para la enseñanza de escribir y contar asistiendo con sus discípulos a la comunión anual en el mismo día que la previenen las constituciones del expresado Colegio en el modo y forma que se acostumbró en los primeros años del establecimiento de esta y la otra escuela cuando se verificó la apertura de estas y la del propio Colegio a cuyo Rector actual y Sucesores ha de dar como entonces el referido maestro subordinado con el preciso objeto de que haya constancias de que cumple con su obligación y con la moral más sana que tanto necesita imprimir en los escolapios, gozando por su trabajo del sueldo, ración y casa que le sean señalados lo cual se le satisfará íntegramente por los Ministros Principales de aquellas Cajas desde el día en que el referido Señor Intendente del Ejercito y de aquella Provincia le nombró de interino y de mi título se tomará razón en el oficio público y del citado Ayuntamiento por los referidos Ministros Principales y por el mencionado Rector que se lo entregara al interesado”. (2)

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En los once meses previos a su nombramiento, el propio José Antonio Carreño había desempeñado de manera interina el puesto de maestro. Contribuyó en buena medida la buena conducta observada, amén del dominio de los conocimientos que pudo demostrar, para que ganara la plaza.

Por esta misma época, a cinco años de que estallara el movimiento de independencia, la enseñanza en las escuelas públicas de Zacatecas no funcionaba como era de esperarse, más bien atravesaba por una de las crisis que periódicamente sufría. Lo anterior se desprende del escrito que don Francisco Ignacio de Saavedra dirigió por ese entonces al Ayuntamiento. (3)  En dicho documento, su autor da cuenta de la separación de don José Antonio Carreño de la plaza de preceptor de una de las escuelas desde meses atrás. En su lugar, estaba encargado provisionalmente, Francisco Lara. Saavedra menciona que en vista de que “vivo persuadido de que el citado Lara no podrá continuar”, él, deseoso de contribuir al mejor servicio de S.M. y del público, solicita el cargo de maestro. Su solicitud la fundaba en “la decencia de su nacimiento y honrosa familia”. Saavedra pedía ser juzgado mediante examen sobre la aptitudes y facultades para el desempeño de preceptor “aun en la clase de provisional, entre tanto se me confirma la propiedad”. A cambio se comprometía a:“[…] dar pruebas del mejor servicio, restaurando a su debido ser una escuela, que de tal sólo tiene el nombre, y excitando a los c. padres de familia a poner a sus hijos en la educación, por medio de las más benéficas y arregladas disposiciones al efecto, y patentización (sic) de los progresos de los alumnos en imperios públicos, que lo acrediten y hagan visible, de que hasta ahora han carecido, teniendo los vecinos pudientes que separar de su compañía a sus hijos, o solicitarle maestros en particular, cuya verdad tiene V.S. bien acreditada, y conocimiento de que debe ser mirado este asunto con la mayor atención”. (4).

Saavedra, duro y severo según denota su escrito, en un tono crítico nos presenta algunas manifestaciones de la crisis de la enseñanza en la coyuntura en que solicita empleo de maestro. Por principio de cuentas, a don Francisco Ignacio Saavedra le parece que la escuela en la que el aspira a prestar sus servicios sólo tiene el nombre. Los vecinos acomodados, aquellos cuyos hijos se ubicaban en la sala o mesa de los “decentes” separándolos de los del común, según lo vimos en el affaire Romero-de Hoyos, al ver lo desatendidos que estaban sus hijos preferían sacarlos y enviarlos a otros lugares o contratar para su instrucción a maestros particulares. Las escuelas carecían de un reglamento para su administración y manejo interno.

Referencias:

AHEZ. Archivo Histórico del Estado de Zacatecas.

[1] ARHZ. “Nombramiento de maestro de primeras letras en esta ciudad a favor de don José Antonio Carreño” en Libro de asientos de títulos de 1794 a 1824, fjs. 92-93, 1830.

2 Loc. cit.

3 AHEZ. Fondo Ayuntamiento, Serie Enseñanza, “Solicitud de Don Francisco Ignacio Saavedra para trabajar como maestro en una de las escuelas administradas por el ayuntamiento de la ciudad de Zacatecas”, Caja 1, 2 fjs. Sin fecha. Por el sello y la leyenda que aparece en el margen superior del documento en cuestión, corresponde al año de 1805. Sobre Francisco Ignacio Saavedra podemos agregar según lo describe en su certificación de méritos al final de su escrito, tuvo como padrastro a Don José Manuel de Arrieta, que por entonces ocupaba el cargo de Administrador de Correos y Alcabalas en la Villa del Fresnillo. A su vez, su padre había sido Guarda Almacén de Artillería del mismo lugar.

4 Ibid., fj. 1.v.

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