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domingo, 20 abril, 2025
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SOBRE LOS ORÍGENES DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

     Históricamente la Revolución Mexicana comenzaría a gestarse, aparte de mínimos y dominados alzamientos de guerrillas en las montañas del altiplano del país, hacia los últimos años del siglo antepasado. En febrero de 1901 el Congreso Liberal, inició sus tareas reivindicadoras. De este movimiento, surgieron connotaciones revolucionarias y los principales precursores del movimiento armado de 1910, como Ricardo Flores Magón Juan Sarabia, Librado Rivera y algunos más que enardecieron la conciencia cívica y el pensamiento de las clases explotadas y pobres, desplegando la bandera de un programa revolucionario, que habría de echar por tierra y de derrocar tremendamente lo que se suponía un régimen perfectamente consolidado y cimentado.

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     Tenazmente perseguidos por las policías municipales y extranjeras; acosados por todo el aparato de represión del profirismo, los miembros de los antiguos grupos liberales, convocados por el Club “Ponciano Arriaga”, tuvieron que refugiarse en los Estados Unidos de Norteamérica en donde instalaron la junta organizadora del Partido Liberal Mexicano, a iniciativa de los Flores Magón. En el Manifiesto a la Nación dado a conocer por ellos mismos, se expresaron por una parte, los objetivos del Partido, y simultáneamente los postulados básicos de un programa revolucionario de gobierno  que después asumiría y defendería con el poder de la rebelión y las armas en la mano, y en la confianza depositada de todo un pueblo  don Francisco I. Madero. 

     El propósito fundamental del Partido Liberal en su lucha contra el despotismo gubernamental, fue declarar solemnemente y revelar ante el pueblo mexicano, los anhelos que se propuso realizar con el fin de orientar los destinos nacionales:

     Establecer la jornada de trabajo de ocho horas y elevar el estándar de vida de la clase trabajadora…Garantizar el tiempo máximo de labores  y señalar los términos del salario mínimo… Evitar el trabajo a personas menores de catorce años… Obligar a los patrones a establecer condiciones higiénicas de vida para los trabajadores y resguardarlos y protegerlos del peligro… Establecer indemnizaciones por accidentes ocurridos en horas de trabajo… Exigir que los patrones cumplieran con el pago de salarios e ingresos de los obreros exclusivamente en moneda y dinero en efectivo… La supresión de las “tiendas de raya”…La prohibición de multas a los trabajadores y operarios así como de los indebidos descuentos a sus jornales… Prohibición  -y en este punto se puede notar el grado de delicadeza revolucionaria pretendida por el Partido Liberal-, del retardo o el pagos o jornales a los trabajadores por más de una semana, y exigencia del pago inmediato de lo devengado a todo trabajador que se hubiese retirado o que hubiese sido separado de sus labores… Imponer la obligación a las empresas y negociaciones extranjeras y nacionales a utilizar y a emplear una mayoría de operarios y empleados mexicanos, y a no diferenciar, en el capítulo de percepción de salarios, a los extranjeros de los nacionales. 

     Menos exigente en la rama agraria el Partido Liberal denunció, sin embargo, la necesidad de abolir de una vez por todas, los grandes latifundios y la posesión de haciendas y fundos que se encontraban en manos de explotadores, nacionales y señores extranjeros. También la exigencia de que los bienes mal adquiridos por los funcionarios públicos bajo el régimen de la Dictadura fueran confiscados. 

     Con todo lo contradictorio, y en cierta apariencia débil, el Partido Liberal debe considerarse, históricamente, como el primer esfuerzo serio, coordinado, real y ambicioso de los grandes grupos opositores al gobierno del general Díaz. El pensamiento de los directos del Partido Liberal Mexicano hubo de influir –pasados los años y en acto simbólico-, en el pensamiento de los Legisladores que, en el Congreso Constituyente de 1917, plasmaron, de un modo categórico la solución constitucional a las aspiraciones básicas y a las necesidades fundamentales de obreros, campesinos y del pueblo mexicano en general. El manifiesto circuló y las conciencias ya inquietas fueron despertadas y hablarían las armas.

     La rebelión empezó a tomar forma en 1906 cuando 10,000 mineros de Cananea, Sonora, en un primer acto reivindicante y de honor, se declararon en huelga en contra de las normas que gravitaban sobre ellos en materia económica, Social y de trabajo. Manuel M. Diéguez, Esteban Baca Calderón y Lázaro Gutiérrez de Lara, se constituyeron en cabezas firmes y sin temores del movimiento huelguístico. Nunca se olvidó ni se ocultó a los participantes de la huelga de Cananea, el cruento panorama de la jornada que se avecinaba y ellos voluntariamente iban a emprender.

     Seis meses después, hacia finales de 1906, otra región del país, la zona industrial y textil de Puebla y Veracruz, estremecía, con pretensiones de justicia elemental, los trabajadores de Puebla se declararon en huelga reclamando básicamente mejores salarios, una  reducción en la jornada laboral y desaparición de los penosos y vergonzoso reglamentos impuestos por los amos de las fábricas de hilados y tejidos, pues con la complacencia del régimen eran verdaderamente una infamia.  También los movimientos que surgieron en las fábricas textiles de Río Blanco, Veracruz, exigían mejoras en sus salarios y condiciones laborales. 

     Otro avance libertario fue, los levantamientos indígenas en todos los rumbos del país…    

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