12.8 C
Zacatecas
miércoles, 24 abril, 2024
spot_img

‘Hurbanistorias’ de Rockdrigo

Más Leídas

- Publicidad -

Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 495

- Publicidad -

Hurbanistorias, de Rodrigo -Rockdrigo- González fue su primera grabación; salió en 1984 en formato de casete y fue una edición independiente del que fuera uno de los trovadores urbanos -más independientes también- en aquella época del llamado rock rupestre. En 1986, un año después de su muerte, salió la versión en formato LP; lo conseguí en esas fechas en la tienda de Charly Espinosa, en la Avenida Hidalgo, y tarde se me hacía llegar a casa para poder escucharlo completo. En aquel entonces, había ya oído algunas de sus canciones, cuando ya entrada la noche, se podía sintonizar alguna estación del DF en la radio… la primera vez que lo oí supe de inmediato por qué le llamaban también El profeta del nopal.

Aún conservo ese disco, que incluye las rolas El campeón, Perro en el periférico, Balada del asalariado, Distante instante, ¡Oh, yo no sé!, Rock en vivo, Ratas, Estación del metro Balderas, Vieja ciudad de hierro, Canicas, No tengo tiempo (de cambiar mi vida) y Rock del ET; todas las letras son de él y acompañado de su guitarra las cantaba en bares y en centros culturales, en la calle, en todo aquel lugar en el que se lo permitieran; dicen que ese primer casete lo vendía al final de sus presentaciones y muchas de las veces ese era el pago que recibía por cantar. Rockdrigo, originario de Tampico, Tamaulipas, vivía en la Ciudad de México y estaba por cumplir 35 años cuando falleció durante el temblor del 19 de septiembre de 1985. Ese año, el de su muerte, Alejandro Lora grabaría con el TRI Estación del metro Balderas y tal vez fue la primera versión que escuché.

Ese primer disco de Rodrigo es una joya, lo sigo escuchando y sigue provocando en mí la misma sonrisa; algunas de sus canciones me gustan más que otras, además de la anteriormente mencionada, esa en la que se narra cómo fue ahí que quedó embarrado el corazón de quien la canta porque fue ahí, en el Metro Balderas, en donde una “bola de gente se la llevó” y donde ella, la mujer amada, “ahí fue donde ella se metió al talón”; me gusta mucho No tengo tiempo (de cambiar mi vida), y para recordar al Poeta-Profeta-del-Nopal, comparto su letra llena de poesía:

Cabalgo sobre sueños innecesarios y rotos

prisionero iluso de esta selva cotidiana

y como hoja seca que vaga en el viento

vuelo imaginario sobre historias de concreto.

Navego en el mar de las cosas exactas

voy clavado en momentos de semánticas gastadas

cual si fuera una nube esculpida sobre el cielo

dibujo insatisfecho mis huellas en el invierno.

Ya que yo, no tengo tiempo de cambiar mi vida

la máquina me ha vuelto una sombra borrosa

y aunque soy la misma puerta que ha negado tus ojos

sé que aún tengo tiempo para atracar en un puerto.

Camino automático en una alfombra de estatuas

masticando en mi mente las verdades más sabidas

y como un lobo salvaje que ha perdido su camino

he llenado mis bolsillos con escombros del destino.

Sabes bien que manejo implacable mi nave cibernética

entre aquel laberinto de los planetas muertos

y cual si fuera la espuma de un anuncio de cerveza

una marca me ha vendido ya la forma de mi cabeza.

Ya que yo no tengo tiempo de cambiar mi vida

la máquina me ha vuelto una sombra borrosa

y aunque soy la misma puerta que ha negado tus ojos (sí)

sé que aún tengo tiempo para atracar en un puerto.1

La letra es hermosa, pero creo que funciona mejor si la escucha; si se da el tiempo de escuchar a este artista fallecido tan joven, tal vez pueda, además de disfrutar su letras, imaginar ese “aquí y ahora” de una generación de rockeros urbanos mexicanos a quien la historia, me parece, no le ha dado su lugar como merece, a la que solemos recordar con nostalgia cuando llegan fechas como las tristemente traídas a la mente por los acontecimientos de septiembre, y que definitivamente, marcaron el devenir de la música mexicana, del rock surgido de “las selvas de concreto”. Sus provocadoras letras siguen vigentes, en esta realidad de confinamientos y ausencias, cuando cobra más sentido cantar, por ejemplo, “Cuando tenga la suerte / de encontrarme a la muerte / yo le voy a ofrecer / todo el tiempo vivido /  este vaso henchido por un distante instante / un instante de olvido”. No te olvidamos, Rockdrigo.

Que disfrute su lectura.

[email protected]

https://youtu.be/27XZrExHKgI

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_495

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -