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viernes, 29 marzo, 2024
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Pandemia, educación virtual y peripecias pedagógicas (1/2)

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Sigue la mente de un maestro;
caminar con él es avanzar:
Johann W. Goethe
Poeta y escritor alemán

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La pandemia ha impuesto sus propias condiciones, ha obligado a que de manera emergente se improvisen acciones de forma tal que, incluso, se tienda a establecer un nuevo paradigma: el de la espontaneidad. De entrada, lo que cotidianamente los medios de información dan a conocer, tiene dos vertientes; lo oficial y lo extraoficial, las dos refieren datos estadísticos, estos pueden ser una falacia puesto que no coinciden con los números, solo se representa el aspecto promedio de la realidad. Todas las estadísticas son meras abstracciones, incluso, mueve las emociones de quienes acceden a ellas. En el presente artículo, los datos estadísticos son el marco de referencia, son los que nos hacen hablar.

La pandemia que hoy día se padece, ha orillado a la sociedad a modificar su dinámica, obliga a pensar en construir un nuevo paradigma social, alteró las actividades institucionales, al sistema educativo lo ha colocado en una situación de crisis, misma que ya existía, solo que con este fenómeno sanitario se ha acentuado. De manera oficial, se entregan a la sociedad cuentas alegres, ¿usted cree que 97 de cada 100 alumnos han tenido acceso a la tecnología para tomar sus clases virtuales?, ¿y que el otro 3 por ciento utilizan libros de texto o cuadernillos de trabajo?; con esto, se da a entender que la deserción escolar es de cero; por otro lado, de acuerdo a un estudio realizado en el cual participaron 193 mil entre docentes directivos, padres de familia y alumnos, se dice que 93.6 por ciento de alumnos de secundaria, continuaron con sus estudios y que 4 de cada 10 alumnos manifestaron no haber tenido actividad alguna con sus maestros (La Jornada, México. 12-nov-2020, p. 21).

Reafirmo, estamos viendo la necesidad de darle formalidad a la construcción de un nuevo paradigma educativo, con los elementos con los que se cuentan, el único que se puede construir es el paradigma de la espontaneidad, en espera de que no se convierta en el de la improvisación; esto obliga a reflexionar sobre muchos términos desde la práctica escolar, seguramente ello llevará a la necesidad de generar un currículum de emergencia, priorizando contenidos e incluso, dejar de lado la espontaneidad e improvisación. La evidencia es clara y, la parte oficial no negará que en el sistema educativo estamos viviendo una gran carencia, ante ella, el antídoto sería la iniciativa de los maestros y el compromiso de los padres de familia; los docentes de siempre han ejercido su labor con estilos propios que a cada uno les caracterizan. Ante esta contingencia sanitaria, un gran número de profesionales de la educación echaron a andar su creatividad, buscando la manera de cómo diseñar sus actividades, considerando solo los ambientes virtuales; otros, han sabido enfrentar su problemática muy por encima de las manifestaciones de inconformidad ante la imposición de la autoridad para “dotarlos” de herramientas –internet, televisión, cuadernillos de trabajo, libros de texto, etcétera-.

En este proceso de educación virtual, los padres de familia han jugado un papel importante, sin embargo, hay que reconocer que ellos no son docentes, coadyuvan en el proceso desde una perspectiva no formal, también a ellos se les dificulta esta situación, particularmente cuando se trata de contenidos curriculares –es aquí donde se viven toda una serie de peripecias pedagógicas-; se requiere pues, preparar al sistema educativo formal para futuras situaciones de emergencia, así, se evitarían inequidades, mismas que se encuentran vigentes. Es necesario que los docentes diseñen estrategias didácticas diferenciadas para que se eviten las desigualdades –prácticas pedagógicas iguales a desiguales, propician desigualdades-.

El problema central de la parte oficial, es que falsea la información en cuanto al estado que guarda la educación, si esto sigue sucediendo, las estrategias que se tracen no tendrán un impacto favorable en el sistema educativo, esto, por supuesto, ha derivado en un bajo nivel de participación de docentes, alumnos y padres de familia. Estadísticamente hablando, se tiene un alto número de alumnos considerados como activos, sin embargo, la realidad nos dice lo contrario; no es lo más contar con una buena cobertura educativa, sino que, habrá que analizar cuál es el nivel de satisfacción que manifiestan los actores del hecho educativo.

De suyo, en condiciones de escolarización, los maestros mostraban dificultad para darle seguimiento a los diferentes problemas manifestados por los alumnos, imaginemos con la actividad educativa virtual, los problemas se multiplican. Oficialmente se ha reconocido que la participación de un gran número de alumnos e incluso maestros, ha sido menor a la que se registraba cuando las actividades educativas eran presenciales; esto ha derivado en designar la responsabilidad a los Consejos Técnicos Escolares para que estos determinen la manera de cómo trabajar didáctica y pedagógicamente con los alumnos –nuevamente la unilateralidad-Los directivos creen que el hecho de poseer la información y distribuirla a los Consejos Técnicos Escolares es más que suficiente para que se puedan diseñar alternativas y, se cumpla así, con el cometido educativo; debemos reconocer que la baja participación de los alumnos en esta dinámica educativa virtual, no es culpa de los maestros y padres de familia, sin embargo, sí es responsabilidad de estos y del Estado mismo, la gran interrogante sería ¿cómo enfrentar a factores que históricamente han puesto en desventaja al sistema educativo, tales como los económicos, sociales, psicológicos, entre otros?

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