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jueves, 28 marzo, 2024
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El PRD y la (auto) destrucción de su identidad

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Por: La Jornada Zacatecas •

El ascenso del neoliberalismo a partir de la segunda mitad de los 80’s elaboró algunas estrategias que habían ensayado en Chile y les habían dado resultado: preparar los cuadros políticos clave en sus universidades que sirvieron como claustros de formación ideológica (con discurso de ciencia positiva) y la captura de las élites en los diversos países en América Latina. Los fines eran desmontar las protecciones nacionales que obstaculizaban la libre circulación de capitales financieros, desregular las economías, eliminar el poder de los sindicatos, bajar los salarios y legalizar la explotación de la naturaleza. Nacía en el mundo una nueva forma de poder mundial distinta al conocido imperialismo (dominado por países): en este caso el dominio era de Capitales sin nacionalidad, que Negri llamó ‘Imperio”. Pues bien, en México la captura de las élites dirigentes del PRI por parte de este poder, provocó que este partido se rompiera: había actores que no iban a abandonar la ideología nacionalista que los formó, y en ese momento, se convirtieron en los enemigos de la penetración neoliberal en México.

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La fracción nacionalista del PRI que se definía contra el empoderamiento del capital transnacional en México con su doctrina de la autorregulación del mercado, se alió a la izquierda que venia del discurso y lucha por el socialismo para hacer un frente común al poder del Imperio que buscaba su hegemonía en nuestro país. Esa alianza en términos políticos se expresó en el acuerdo de la corriente democrática del PRI y la izquierda socialista electoral (PSUM y luego PMS) y una parte de la izquierda que venía de los movimientos sociales, que contenía una gama amplia de ‘ismos’. El producto de ese acuerdo fue el PRD. Su identidad y motivo de nacimiento fue su definición frente al neoliberalismo que entró a México en los 80’s.

La descomposición de una identidad política se hace irreversible cuando se olvida de su origen. El punto de quiebre fue la conformación del llamado ‘Pacto por México’, en el cual el PRD da el salto mortal definitivo que lo coloca del lado de aquello contra lo cual nació. No fue un salto sorpresivo porque tuvo un proceso de gestación (descomposición). La dirigencia del PRD le llamó ‘modernización’ a este salto que eliminó toda su identidad. En la siguiente elección después del salto al vacío el PRD cayó a la insignificancia electoral. Y ahora, después de ese fracaso, vuelven a elegir a un dirigente nacional (un Chucho) que operó el salto que hemos citado, con lo cual ha reiterado su estrategia anterior conformando una alianza electoral que, justo, es el Pacto por México jugando en las elecciones: PAN, PRI y PRD. Lo curioso es que el dirigente nacional actual de Morena es un personaje ‘moderno’ que fue parte del pacto y se logró imponer al personaje histórico que fundó el PRD contra el neoliberalismo. En suma, el PRD destruyó su identidad y pasó a ser un peón del poder contra el cual nació. Es un partido Ipsum Contra Naturam: contra su propia naturaleza.

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