Cuando un artista de su talla, formado desde muy joven en las entrañas del pueblo de Zacatecas, decidido en su suerte y su aventura, dado a la crítica, a las obras portentosas, al éxito económico, a la solidaridad y a la invectiva, se va, entonces duele, y profundamente y -vaya decirlo- exasperantemente.
Vivimos una etapa difícil, campea por todos lados la incertidumbre y el asombro, pero el mundo de las artes, el humanismo, los intelectuales, los que engrandecen la parte espiritual del pueblo trabajador zacatecano, hoy se siente cimbrado por el sensible fallecimiento del artista plástico y maestro Emilio Carrasco, quien dio de sí los últimos 40 años de su arte y sus vivencias entre la juventud zacatecana para orgullo mundial y acopio de vivencias, premios, enseñanzas.
Vaya pues una despedida gradual y ceremoniosa para este artista inolvidable.
Zacatecas de luto en sus entrañas, en su frío, en su esperanza.
La vida es así, Emilio Carrasco, guía de la grandeza y majestuosidad de las artes plásticas mexicanas.
Y para orgullo y sapiencia de Zacatecas, su portal emblemático mas decidido y valiente.
