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El Mirador de Heródoto Septiembre: espíritu e identidad universitaria

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Por: UZIEL GUTIÉRREZ DE LA ISLA* •

“La Universidad Autónoma de Zacatecas
goza de legitimidad debido a su base ética,
a los importantes objetivos que persigue
y a su propia razón de ser”.
EMH, 27 de agosto 2015

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La misión de la BUAZ tiene, entre otras características, la orientación a “preservar y ennoblecer los valores universitarios”, a través de acciones que contemplan la difusión de su historia, tradiciones, símbolos, aspiraciones, prácticas cotidianas, resultados académicos, y todo aquello que conforme su ser y quehacer, con la finalidad de forjar un sentimiento de identidad, unidad y orgullo de pertenencia al interior de la comunidad universitaria, así como una educación integral. Como parte de las efemérides de septiembre hay una fecha conmemorativa debemos guardar con apego al espíritu de nuestra institucionalidad.

El Artículo 4 del Estatuto General de la Universidad Autónoma de Zacatecas, aprobado el 19 de septiembre de 2007, establece lo siguiente: “La Universidad contará con un himno, un escudo y un lema oficiales, mismos que aprobará y reglamentará el Consejo Universitario, y que deberán registrarse en las instancias correspondientes. En cuanto al escudo y lema, su uso será obligatorio en toda la documentación oficial. Las Áreas y las Unidades Académicas podrán contar con sus propios emblemas, aprobados por sus respectivos Consejos, los que nunca se utilizarán en sustitución del escudo oficial”.

Para acercarnos a esta conmemoración recordaré algunos antecedentes: en septiembre de 2005, en el transcurso del rectorado de Alfredo Femat Bañuelos, se emitieron las convocatorias para la creación del himno y lema universitarios; a la par, se realizaría la actualización del escudo institucional. A mi mente llegan los recuerdos del ambiente institucional que se vivía en esa etapa histórica de nuestro entorno. Recién inaugurado el Campus UAZ Siglo XXI y puesto en marcha el programa académico con una estructura propia para promover la unidad y el espíritu de superación integral en la comunidad, se respiraba un ambiente de esperanza en los esfuerzos realizados desde el rectorado de Rogelio Cárdenas y su equipo de administración. Nombres como Antonio Rocamontes, Francisco Luna Pacheco, Felipe Pescador, Raquel Jiménez, Carmelita Aceves, Alfonso Vázquez, y Carlos Girón Sifuentes (qepd), entre otros muchos, lideraban proyectos académicos, arquitectónicos y organizacionales en los que se incluían los de identidad.

Eran tiempos de terregales en los espacios recién inaugurados, sin agua; muchas veces, alumbrados por lámparas de mano en horas tempranas o de noche; pero poco importaban las carencias, se estaba construyendo la nueva ruta de la institución educativa más importante del estado y en muchos aspectos, modelo a nivel nacional. Esa era la motivación del día a día.

Sí, con todas sus arideces y desengaños, extrañamos aquellas épocas de reuniones de los directores de las unidades académicas y sus administrativos en el desarrollo del nuevo modelo académico y sus anexos filosóficos, y naturalmente políticos, desde el punto de vista universitarios; las acaloradas discusiones en sesiones interminables para lograr los documentos que tuvieran los objetivos mejor afinados y de contundencia en pro de formar mejores profesionistas, ciudadanos a la altura del prometedor siglo XXI y más.

Ese fue el caldo de cultivo en el que surgieron los emblemas identitarios que hoy nos rigen: himno, lema y el nuevo escudo. Recuerdo con grato afecto la inquietud de Carlos Ulises Girón Sifuentes —con quien yo trabajaba en ese tiempo a su muy particular estilo de las 9 p. m. a las 2 o 3 a. m.—, que al margen de la convocatoria se propuso la institucionalización de la bandera y sus colores: azul, que representa la lealtad, la inteligencia y la verdad; blanco, como símbolo de la luz, la pureza y la perfección; y el oro, figurando la fortaleza, el ímpetu y la voluntad. Son valores que deben ser el ambiente en la atmósfera académica y cultural, pues impulsan a los universitarios a la superación continua. Por cierto, sigue pendiente su reconocimiento oficial por el Honorable Consejo Universitario.

Con relación al himno, el ganador del certamen fue el docente universitario Pablo Parga Parga, autor de la letra; el autor de la música fue Manuel Cervantes Mascorro (qepd), de amplia trayectoria musical. Reconocer en el himno el lema institucional “Forjemos el futuro con el arte, la ciencia y desarrollo cultural” debería ser el corolario de todo discurso, la premisa de todo documento emitido y, sobre todo, el espíritu con que los universitarios desarrollen sus actividades.

Imposible olvidar aquella presentación del póster oficial del himno, el 23 de mayo de 2006, en el foyer del teatro Calderón. Pablo Parga Parga, después del evento, firmó decenas de documentos que hoy lucen como recuerdo fedatario en las paredes y antesalas de las oficinas de muchos administrativos universitarios. Y qué decir de la presentación oficial en el informe rectoral del mismo año, en el que el coro de universitarios lo interpretó magníficamente, dirigido por Alfonso Vázquez Sosa.

Conocer el significado de cada verso de nuestro himno nos acerca a la esencia del ser y quehacer universitario, fortalece nuestra voluntad, nos imprime deseo de servicio, nos hace mejores ciudadanos. Difundir estos emblemas es una actividad insoslayable; es una obligación que debiera estar institucionalizada, a través del seminario de Historia e identidad en los cursos de inducción, en los propedéuticos, en los inicios de cada semestre, de cada congreso, taller y actividad de índole universitaria.

Así se observa el mundo desde El Mirador de Heródoto.

*Cronista de la UAZ
[email protected]
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