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viernes, 26 abril, 2024
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Zacatecas: tiempos de Política

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Los efectos de la pandemia ocasionada por el Covid-19 serán, según todos los pronósticos, catastróficos y anularán avances de décadas en distintas materias: salud, educación, combate a la pobreza, con todo ello, en no mucho veremos sus impactos en otros aspectos: inseguridad, desigualdad, corrupción, calidad institucional, entre otros. El resultado de los ajustes que en materia educativa y también de los impactos de la crisis económica, pueden traer consigo la repetición de lo que en su texto El jinete pálido, Laura Spinney, llamó “la generación perdida”, para describir la situación de atraso y desventaja a la que se enfrentaron las personas a las que les tocó enfrentar la pandémica ocasionada por la fiebre “española”, en su juventud, infancia o prenatalmente. Este contexto que quisiéramos calificar de dramático pero que es realista según cualquier ejercicio serio de prospectiva, merece a su vez una reflexión profunda sobre lo que se requerirá para enfrentarlo. La pandemia tomó al mundo en un momento de serias confrontaciones y en no pocos casos polarizaciones sociales en torno a grandes temas que nos toca atender como generación: desigualdad, corrupción, derechos humanos, medio ambiente. Con todo y las diferencias había puntos de partida en los que la razón no permitía mucho margen. Luego de la larga cuarentena, muchos de estos debates tendrán que hacer una pausa para retornar en búsqueda de lo que se retrocedió. En este punto es en el que hay una oportunidad inmejorable para un arte tan desprestigiado como necesario: el de la política. La política entendida no cómo el mezquino diálogo de sordos en el que la hemos convertido, sino el arte de lo posible, es decir, la búsqueda de coincidencias para lograr acuerdos. Hacer posible lo que pareciera imposible: coincidencias en las diferencias.

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Ello requiere a su vez que entendamos la política como lo describe en su texto el Profesor Josep Ma. Vallès (Ciencia política. Un manual): la política como gestión del conflicto social, como una respuesta colectiva al desacuerdo. El incentivo, más allá de lo deseable e idóneo, está en la desesperada demanda que hará una sociedad al punto del colapso de sus líderes y sus representantes. Sí las élites de hoy (cualesquiera que sean sus integrantes) no logran entender la necesidad de respuestas, y hacen de la democracia un obstáculo y no un instrumento, su debacle podría apresurarse. En cambio, actores políticos conscientes de la urgencia de acuerdos, podrían resultar beneficiados del reconocimiento de una comunidad a su vez, urgida de liderazgos efectivos en tiempos de emergencia.

En conclusión: Tanto como no podemos obviar las diferencias políticas e ideológicas, tampoco podemos obviar que los problemas en el futuro inmediato y su grado de complejidad requieren de consensos mínimos para avanzar. La pequeñez política no es una opción en tiempos de emergencia. Es tiempo de la Gran Política: la política de los acuerdos, la política del diálogo, la política como método de encuentro en la pluralidad de intereses, ideas, posturas y aspiraciones para lograr encausar las soluciones, más allá de insistir y persistir en las diferencias. La política vista como la herramienta y no como el obstáculo. El medio y no el fin. A esa política, creo, deben encaminarse las posiciones post-covid-19. No hay mucho margen más allá que soporte la sociedad, y, por lo tanto, en la que alguien pueda “ganar” de la inmovilidad. Es tiempo de la Política, y ya luego habrá tiempo para distraernos en la grilla, la politiquilla.

@CarlosETorres_

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