Sorprende que sorprenda tanto las opiniones del doctor Víctor Toledo Manzur, Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) que circularon en un audio en redes sociales.
En éste, el académico hacía (auto) críticas a la Cuarta Transformación y señalaba sus particulares diferencias con otros miembros del gabinete.
No tardó quién supusiera que eso significaba su salida del gabinete, escenario probable para los nostálgicos de la vieja cultura política. No obstante el presidente Andrés Manuel López Obrador le restó importancia al tema y asumió como normales las críticas y diferencias.
Aunque en todo grupo humano, por reducido que sea (incluidas parejas y familias) hay divergencias, quizá la fuerza política que llevó al tabasqueño a Palacio Nacional sea una de las que mejor da muestra de ello.
A diferencia del PRI dónde a pesar de sus corrientes internas ha predominado siempre la verticalidad y la disciplina, o el PAN dónde muy recientemente se asoman al público las diferencias, la alianza Juntos Haremos Historia tuvo como esencia la capacidad de aliar a tirios con troyanos, a la CNTE con el SNTE, etcétera.
En su campaña López Obrador contó lo mismo con el apoyo conservador de Encuentro Social, que con grupos liberales a favor de los derechos para la comunidad LGBT o el aborto.
Nadar entre esas dos aguas fue la única salida posible para López Obrador a la luz de la historia electoral reciente. Solo un Knock out que no dejara a lugar a dudas podía garantizar el respeto a los resultados electorales, y esto solo era posible con la unión de grupos en ocasiones contrarios basándose en los (pocos) puntos que tenían en común; el más importante de ellos el del combate a la corrupción.
Sólo así fue posible el triunfo con 53% de los votos, y con la fuerza política para los cambios prometidos.
Esto necesariamente se reflejó en un gabinete lleno de claroscuros, en el que ahí donde unos ven luz, otros ven sombras y viceversa.
A quien alegró la cercanía de Irma Eréndira Sandoval proveniente de una familia activista muy comprometida con la izquierda probablemente no le dio la misma felicidad el nombramiento de Miguel Torruco yerno de Carlos Slim.
Quién se enorgullece de la posición liberal de Olga Sanchez Cordero probablemente se asuste con el conservadurismo de Alfonso Romo. Y al revés.
Sin embargo todos están ahí, en el mismo barco.
A veces las contradicciones son incluso en las mismas áreas, basta contrastar el perfil de Víctor Villalobos, secretario de Agricultura y Desarrollo Rural de México, con el de su subsecretario Víctor Suárez para entender que el equilibrio es obligado.
En cada secretaria de estado puede encontrarse diversidad similar.
Algunos están ahí por el gobernante y otros lo están por la gobernabilidad, porque sería ingenuo pensar que bastaron las urnas para llegar al poder, cuando el dinosaurio (económico, financiero, mediático y hasta militar) sigue ahí.
El tema de controversia dio muestra de ello. Según el audio del secretario de Medio Ambiente su oposición al uso de glisofato causó la reacción del gobierno de Estados Unidos y llamadas de al menos 20 embajadas que encontraron apoyo en el secretario de Agricultura.
El primero se centra en el potencial cancerígeno, el segundo piensa en el potencial productivo.
Se trata del elefante en la habitación con un grupo de ciegos en la que cada quien percibe la realidad según el pedazo de ella que le toca palpar.
Es el resultado natural de la confrontación de ideas, no solo normal sino también deseable porque dan cuenta de vivir en democracia donde las diferencias ideológicas tienen espacio para existir, y también para expresarse.
Si todo quedara en ello bastaría confiar en quien dirime las diferencias, y por cuyo criterio votó esa 53 por ciento.
Lo preocupante es cuando dichas diferencias más que ser un asunto de ideas lo es de intereses, del vulgar “quítate tú para ponerme yo” y lo peor es que de esas, también hay en la 4T.
