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viernes, 29 marzo, 2024
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Nueva República El legado Juárez-Lincoln

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Por: Óscar Novella Macías •

Do I not destroy my enemies when I make them my friends?
Abraham Lincoln

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Los referentes de una figura política activa suelen decirnos varias cosas, para aquellos aficionados a la historia, estos detalles pueden constituir guiños de profunda significación. Intricadas redes de aversiones y amistades se funden en las historias pasadas con el más visible filón ideológico que podemos seguir a dedo alzado de manera relativamente precisa hasta el día presente.

Algunos auguraban desde tiempos de campaña/elecciones que la relación entre México y Estados Unidos podía deteriorarse a niveles insospechados de resultar electo el candidato más izquierdoso que ofrecía el catálogo de la democracia, incluso esta idea fue usada como argumento por más de uno a la hora de promocionar el voto por un candidato de corte más tradicionalista, más empresarial, cuyo su argot no denunciara orígenes humildes y cuyo modelo (más reciente) hiciera creíble el mote “hijo de empresario”. Ese mindset resumía de cuerpo completo las plataformas de Anaya y Meade.

El argumento de fondo, falto o inconsciente de cuestiones de dignidad nacional, era que el poderío económico de los vecinos del norte no era algo a lo que se le pudieran presentar de manera civilizada las “diferencias ideológicas” y esperar salir ileso en el tema de capitales. Por aquel entonces no se tanteaba opción de no cuadrársele al boss, sencillamente se planteaba el escenario: ¿quién se podrá cuadrar mejor?

Al día de hoy los medios conocidos por su animadversión al gobierno han pasado por todo el espectro de quejas, la primera (única razonable) fue la de los aranceles, el daño económico real a nuestra nación estaba a las puertas y varios se solazaban felices en el cumplimiento de la profecía: “AMLO no le llena el ojo al jefe Trump”. La profecía no se cumplió, todo lo contrario, la vox populi de las redes sociales para pronto quería poner a Marcelo Ebrad en la contienda presidencial del 24. El manejo de la migración de los países del sur parecía la veta que iban a explotar los medios, pero se decidieron muy pronto por criticar la puesta en marcha de los albergues para los hermanos centroamericanos, haciendo en lo subsecuente muy difícil que la pedrada “AMLO, policía migratoria de Trump” tuviera alguna credibilidad. Los varios cargamentos de equipo médico donados por varios países hicieron patente la buena relación de México en el mundo, no se diga el apoyo recibido en las negociaciones con los países productores de petróleo que permitió a Pemex un lugar bastante cómodo en la danza internacional de los crudos, con la mezcla mexicana al alza en estos momentos.

Finalmente, llegó la tercera y desesperada parte de una crítica sobre políticas internacionales que no había logrado cuajar en hechos por ningún lado: “después de tanto favor, algo andamos debiendo y al tiempo nos va a salir muy caro”. Varios oraban por algún desplante, alguna grosería, alguna petición excesiva, un manotazo en el tema migratorio; danos algo Trump, algo, lo que sea con qué trabajar. Lo que Trump dio el día de hoy, en un tono más relajado y habiendo concluido el discurso de Obrador: Fantastic!

Detalles como ese, al final son los que podremos interpretar y confirmar en meses posteriores, aunque el filón ideológico presenta diferencias claves, los símbolos que acuñaron ambos presidentes (Benito Juárez y Abraham Lincoln) demuestran muy bien la tirada de dados de los actuales, pues hay en el T-MEC varios puntos que directamente benefician el crecimiento económico y (en el caso de México) la soberanía, tal es tema de los hidrocarburos, que ocupa por sí mismo un capítulo especial. En el breve mensaje también fue mencionado Lázaro Cárdenas, tocando el nervio mismo de los intereses nacionales en el corazón del imperio del norte, el atrevimiento consiste en hacer claro para todos, la palanca de desarrollo que se plantea respetar a rajatabla.

La política, incluso en tiempos de las ilustres figuras mencionadas, se trata de navegar entre inconvenientes, menores y mayores. Para Lincoln y para Juárez había urgencias que hacían imposible el avance en otras importantes agendas, pues la Republica, en el caso de uno y la Libertad, en el caso de otro, se encontraban bajo asedio. El T-MEC no es una excepción a la regla, contiene serios inconvenientes bien señalados, ahí está lo denunciado sobre derechos de autor, candados digitales y la Ley de variedades vegetales, todos estos resultan rubros tendientes al beneficio neoliberal e irrespetuosos de los derechos humanos en algunos casos.

El ejecutivo ha hecho su parte de manera ejemplar, la relación entre ambos países se encuentra en uno de sus mejores momentos de la historia a pesar de las grandes complicaciones mundiales. Ahora toca arreglar en lo corto, la puesta en marcha plena del tratado supondrá todavía adecuaciones para las que debemos prestar suma atención en el poder legislativo, para muestra están las maniobras que operaron algunos diputados al interior de la Comisión de Desarrollo Rural, Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria al evitar aprobar la mencionada Ley de Variedades Vegetales que obligaba a México a suscribir la UPOV-91, convenio que se traduciría en criminalización de los campesinos que usaran o intercambiaran semillas, ahora tenemos la oportunidad de postergar el debate y crear leyes para garantizar los derechos de los campesinos, manteniendo intacta la victoria que significa la firma del tratado.

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