Mariachi “Cantera y Plata” interpreta su música en la vía pública para sobrevivir durante la pandemia

■ Gracias a la amabilidad de la gente, han podido llegar con algo de dinero que ayude a las ocho familias que dependen de esta agrupación

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Las notas de la ‘Marcha de Zacatecas’ rompieron la monotonía de la tarde y del sonido del motor de los camiones urbanos que ensordecen a cada acelerón en uno de los cruceros que une Zacatecas con Guadalupe. Los héroes que llenaron de armonía la tarde soporífera eran nada más y nada menos que el Mariachi “Cantera y Plata” de Don Víctor Castorena, que con su traje de un azul turquesa tocan desde hace tres semanas en el lugar, para poder sobrevivir durante esta cuarentena en la que callaron las serenatas.

Antes de las 5:30 de la tarde, cuando el sol desplegaba sus rayos con sopor, el brillo de una trompeta y el sonido de un violín a medio afinar se preparaban para iniciar a tocar en una de las entradas del parque Arroyo de la Plata. Once mariachis realizaban de manera personal una diligencia. Mientras unos instalaban los micrófonos conectados a una bocina, otros afinaban instrumentos y los niños que los acompañan veían con cierto asombro cómo de unas cuerdas tan finas salía una melodía.

Bajo un cubreboca azul los ojos de Cecilia sonrieron. Ella, guitarra y voz del mariachi, nos cuentan que se vieron en la necesidad de salir a tocar a la calle ante la situación sanitaria que se atraviesa, y como no tienen otra fuente de ingreso más que regalar música para las situaciones agridulces de la vida, no quedó de otra, pero afortunadamente, reconoce, la gente los ha respetado e incluso hasta les piden canciones o aunque sea “Las Mañanitas” si un transeúnte es el cumpleañero de la tarde.

Cecilia Castorena es hija del fundador del mariachi originario del “meritito” Zacatecas, que tiene escasos seis años de carrera. A la agrupación pertenecen 11 miembros que durante el parón festivo que significó la pandemia en el mundo y México, han tenido que buscar las alternativas para continuar comiendo y sobreviviendo, ya que el 2020 les desafinó y tuvieron que cancelar todos sus compromisos: serenatas, fiestas, misas, etcétera; pero que gracias a la amabilidad de la gente, han podido, al menos, llegar con algo de dinero que ayude a las ocho familias que dependen del mariachi.

El de la voz y la vihuela es Manuel Martínez Salgado, a quien ni el cubreboca de tela le impide ahogar la voz para decir lo que siente y mucho menos cantar una de José Alfredo. Manuel nos dice que ha sido una temporada complicada y a pesar de que viven del público que les contrata, no ha sido nada desagradable irse al crucero porque la gente también les reconoce su trabajo, aunque echarán mucho de menos el mes de mayo que es cuando gracias al Día de la Madre y otros festejos en que les va muy bien.

El repertorio que traen es variadito: las clásicas rancheras no faltan, pero también se dan una vuelta por las norteñas, la balada, los sones y los guapangos, la cumbia y hasta la banda. Pero “Las Mañanitas” han sido de las más pedidas por los paseantes, quienes les ayudan hasta con comida a diferencia de las autoridades gubernamentales que no los vieron en su mapa de los sectores que entrarían en crisis. Pero la gente, dice Manuel, sabe que tocamos por una moneda, sin ninguna otra intención.

A “La Marcha de Zacatecas” con la que Cecilia y sus hijos iniciaron el boteo cada que la luz del semáforo dejaba el rojo, le siguió “Serenata Huasteca” que quizá ha sido de las pocas serenatas que se han escuchado en los últimos meses, luego “Flor sin retoño” para algún transeúnte dolido, y cuando el sol estaba a punto de ocultarse no tras los cerros sino de una trasnacional, Cecilia se bajó el cubreboca y comenzó a entonar la canción que hiciera famosa Beatriz Adriana, “La Basurita”, sí, como esa que se mete a los ojos cuando la vida conocida como era, hoy se vislumbra lejana y diferente en esta “nueva realidad”.