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viernes, 19 abril, 2024
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Breve historia de la ineficaz cruzada contra el hambre

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Por: La Jornada Zacatecas •

Los puntillosos exámenes que sobre la Cuenta Pública lleva a cabo periódicamente la Auditoría Superior de la Federación (ASF) con el fin de verificar cómo se aplican los recursos públicos del país, evidencian el gran número de irregularidades y malos manejos de que han venido siendo objeto dichos recursos de manera sistemática. Lo anterior es un eufemismo de decir que el trabajo de los auditores llama a reflexionar sobre el grado de profundidad que la simulación disfrazada de asistencia alcanzó en los distintos espacios de gobierno en México durante las administraciones precedentes.

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Como los informes de la ASF son amplios y se realizan anualmente, conviene comentarlos especificando el año al que corresponden y el área al que en cada caso se refieren. Ahora viene al caso la entrega hecha por la entidad revisora sobre la cuenta del ejercicio fiscal del año 2018, y el apartado referido al programa social denominado Cruzada Nacional contra el Hambre, inaugurado con bombo y platillo el 21 de enero de 2013 por la anterior administración de gobierno.

La abismal diferencia entre lo que el mencionado programa se proponía –o al menos anunciaba– y lo que tras un lustro acabó logrando, sólo se puede explicar mediante tres posibilidades: una incompetencia radical en materia presupuestal y programática, una pertinaz inclinación por desviar fondos públicos para usos privados, o una combinación de las dos cosas.

En el lanzamiento de su campaña promocional, la entonces Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), ahora Secretaría de Bienestar, anunciaba que la cruzada beneficiaría a los 7.4 millones de personas que en el país, según las estadísticas oficiales, se hallaban en situación de pobreza alimentaria. A través de cinco ejes (entre ellos cero hambre y cero desnutrición infantil) estaba orientada nominalmente a atender, en especial, las necesidades de 400 municipios de diversas regiones. Desde el gobierno se hizo una vez más un diagnóstico sobre la difícil situación del campo mexicano y se anticipó que, con el nuevo programa, todas las personas contarían con alimentación adecuada, el sistema alimentario nacional se volvería sostenible y hombres y mujeres tendrían “capacidad para salir de la pobreza como individuos productivos”.

A poco más de seis años de la promovida cruzada, sus resultados no pueden estar más alejados de aquellos propósitos. El programa apenas llegó a medio atender apenas a 0.1 por ciento de la población que se había propuesto alcanzar, y resultó que ésta ni siquiera estaba bien definida, hubo poca o ninguna coordinación entre las entidades y dependencias públicas y privadas que en teoría debían participar, y encima las partidas presupuestales que se le asignaron fueron en constante descenso. El cuadro de la situación resultante era previsible: ya en su informe sobre la Cuenta Pública de 2017 la ASF había señalado que la pobreza alimentaria se había incrementado 7 por ciento, y ahora, en un dictamen conciso, pero claro, el organismo fiscalizador señala que “el programa (de la Cruzada Nacional contra el Hambre) no cumplió con sus objetivos.

Y, en consecuencia, volvió a emitir la sugerencia de su anterior ejercicio, ahora dirigida a la Secretaría de Bienestar: que corrija, modifique o de plano suspenda el malogrado programa.

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