Es la primera vez en un emplazamiento a huelga de la Máxima Casa de Estudios que la patronal no ofrece prácticamente nada a la base de agremiados. El documento de respuesta de la rectoría es una crónica de las gestiones y estrategias financieras que ha realizado en los últimos tiempos, pero no responde en forma positiva, o siquiera condicionada, a las demandas de seguridad en el empleo, en el rescate de las plazas que han sido congeladas y las condiciones de negociación del problema económico con el ISSSTE.
El tema del ISSSTE preocupa a los agremiados porque el 28 de febrero es probable que se firme un convenio para atender el adeudo histórico, y las condiciones para apoyar a la institución pueden pasar por mutilar gravemente el Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), al grado de extinguir por la vía de los hechos al Sindicato. Sin un CCT que defender, el Sindicato deja de tener sentido. Además de las cargas económicas que se impongan a la propia institución que obliguen a ésta a elevar las cuotas, o quedarse sin gasto mínimo de operación o sin incrementos salariales. La actual administración actúa por la vía de los hechos ocultando la información de sus acciones, como cuando modificaron 26 cláusulas del CCT con Crescenciano Pérez como secretario del sindicato, en la oscuridad y apostando a los hechos consumados. El actual secretario general declara que es probable que se tenga ya un convenio acordado en el tema del ISSSTE pero lo tengan oculto hasta el momento de implementarlo.
La demanda más sentida por los agremiados es la seguridad en el empleo: las basificaciones. Este tipo de exigencias son de resolución interna y la rectoría saca la vuelta a las mismas. Podríamos pensar que es la demanda que puede constituir la causal fundamental de huelga. Y lograr que 600 profesores que están en alta vulnerabilidad accedan a seguridad en el empleo. Sin embargo, el propio Spauaz se ha mostrado tibio en la exigencia de la principal demanda que da sentido a un sindicato: la seguridad en el empleo.
Las decenas de violaciones al Contrato, las omisiones de los derechos, entre los que se encuentran las promociones de nivel y las plazas convertidas en pago de honorarios, están fuera de la respuesta de la rectoría. Tal vez, por todo lo antes dicho, estemos ante la peor negociación anual de emplazamiento a huelga que se tenga memoria. La Rectoría siente que el Comité Ejecutivo del Spauaz no tiene capacidad de movilización ni de convocatoria y por eso lo ningunea y humilla. Ha sido un Comité pasivo y torpe bajo una conducción que no cohesiona, sino que divide y ahuyenta la participación. Así las cosas, el sindicalismo universitario pasa por uno de sus peores momentos en una crisis que lo puede dejar sin CCT, y con ello, sin motivo de existencia. Hoy se verá si los profesores asisten a votar y lo hacen para buscar la sobrevivencia de su instituto sindical o ya están rendidos a la fatalidad de las políticas oficiales.
