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jueves, 28 marzo, 2024
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El dinosaurio glotón

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Por: EDGAR KHONDE •

La Gualdra 418 / Río de Palabras

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Hace muchos años, como siempre pasa deben haber años de distancia para construir una buena historia, o al menos intentarlo, había un dinosaurio (muchos años era poco, tendríamos que decir siglos o cientos de miles o incluso millones de años) glotón. No tenía mayor gracia el animalote, solo comía, era su único fin, su único discurso y habilidad. Comía todo lo que se le atravesaba: piedras, hojas, otros dinosaurios. Y esto último representaba un problema porque no podía hacer amigos sin zampárselos. Él se daba cuenta de ello, no crean que no. Al principio se engañaba diciéndose que la soledad le sentaba de maravilla, pero luego tuvo que reconocer que mentía. Se sentía solo y eso cada vez le pesaba más. Tenía que encontrar una forma de luchar contra su apetito, su eterno tener hambre. Ya había probado beber millones de toneladas de agua para saciarse pero no le funcionó. Era capaz de comer durante las 24 horas del día sin sentirse lleno; solo durante los periodos de sueño podía detenerse. Entonces tomó una decisión: se comería una montaña y se bebería el agua del mar. Comenzó un día a hacerlo y tardó alrededor de un año. Se había bebido el agua de todo el planeta y podía seguir caminando y comiendo. Luego de eso se cargó un par de montañas en apenas una semana. Se le ocurrió que a ese paso podía tragarse el mundo y se lo puso como objetivo. Y miren, si no hubiera sido por los malditos meteoritos que chocaron contra la Tierra y acabaron los dinosaurios, el dino glotón habría exterminado el globo. Ya nadie lo recuerda pero justo cuando otros dinos habían conspirado para asesinar al glotón, vieron una gran luz en el cielo. Sintieron el estruendo del impacto y los terremotos causados. El dino apenas se enteró, pero como el meteoro había caído a pocos kilómetros de distancia, acudió al suceso y comenzó a comer esa mezcla de rocas ardientes y metales. Era la primera vez que probaba ese sabor espacial y le maravilló. Una roca afilada lo pinchó y le sacó toda el agua que tenía guardada. El dino glotón terminó por ahogarse y con el transcurso de los siglos de deshacerse y convertirse en bacterias, microbios y otras cosas. En esta historia no hay moraleja, lo único que debemos aprender es a no acabar de comernos la Tierra porque es el único lugar que tenemos; a menos que conquistemos otros planetas y luchemos contra los marcianos. Para eso sí, nos serviría tener al dino glotón de vuelta.

 

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_418

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