Arturo Vargas Leyva fue un sobreviviente rescatado a la vida por la música y la amistad, amores a los que les fue fiel hasta el final.
El trotamundos, el rebelde, el buscador, es autor de la música y, conjuntamente con Adrián Villagómez Meraz, de la letra de la que quizás sea la más bella canción que se le ha dedicado a la ciudad de Zacatecas, al estado todo: “De regreso a mi tierra”.
El tema clausura sus versos con una figura reiterada en sus poemas, y que habla también de la filia que le tuvo a las culturas prehispánicas, pues se enorgullecía de “tocar música de indios”.
“Si pudiera escoger
donde enterrar mi piel…
tu vientre guardará
mis huesos al final,
tierra de Zacatecas”.
No murió aquí, y no regresará al seno de la Madre Tierra en estas latitudes, peró dejó sí memoria, carne, sangre y trascendencia en este lugar.
Arturo fue un músico talentoso que conjuntó las capacidades de intérprete, cantante y compositor. Y fue un hombre noble a pesar de “sus demonios”, como les llamaba.
Adiós, Arturo, ya eres más libre. ■
