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viernes, 19 abril, 2024
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Tenemos que hablar (también) de esto en 2020 (segunda parte)

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

El reconocimiento de los derechos humanos como un concepto superior a la subjetividad individual y base común para el desarrollo de nuestras civilizaciones se ha convertido en un reto cada día más evidente. Aunque el auge del mismo se dio a partir de las terribles manifestaciones de odio y exterminio del nazismo y la segunda guerra mundial, los avances que hemos logrado siguen dejando muchos aspectos pendientes, entre ellos, uno de los que más destaca es el que se relaciona con el futuro: el cuidado del medio ambiente, como condición para nuestra existencia misma. Éste es quizá el reto que aparece con el arranque del milenio y va cobrando una fuerza necesaria pero no suficiente, conforme éste avanza. Por regiones, a su vez se pueden concebir distintos fenómenos relacionados con los derechos humanos, la cultura de éstos y su irrestricto respeto que nos urge atender. En México por ejemplo, la violencia que hace inhabitable a territorios cada vez más extensos, al margen del Estado de Derecho y que ha venido a despertarnos del sueño de ser un país en vías de desarrollo a la pesadilla de ser uno en vías de extinción (reconozco la exageración deliberada). Requerimos de una respuesta con enfoque en los derechos fundamentales para dar respuesta a los capítulos, cada vez más comunes, de violencia desmedida, no al contrario y es momento de irlo advirtiendo: ninguna solución que se encuentre en otra sintonía resultara eficaz a la distancia, hay que reconocer que es justo la ausencia de una cultura de la paz, la tolerancia, el reconocimiento al otro y en general, de los derechos humanos, lo que nos ha llevado hasta aquí: una sociedad violenta, que atestigua masacres inimaginables hace apenas algunos años.

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Pero también, conforme avanza el siglo y las transformaciones demográficas se van volviendo un tema inevitable, fenómenos como la migración y los derivados de ella, nos hacen recordar que aún las civilizaciones que reconocemos como las más avanzadas y utilizamos de referente el occidente para el propio desarrollo de las nuestras, tienen aún retos que enfrentar.

Aunque la lista pudiera volverse interminable, ambos ejemplos me vienen bien para ser más explícito al punto al que quiero llegar y me parecen bastante aplicables al caso mexicano (el tema migratorio no nos es ajeno y este año que se va lo ha sido menos).

Aquí y allá van surgiendo extremos ideológicos cuya disputa con la cultura de los derechos humanos se esconde detrás de un discurso que, generando miedo, busca reflejar certidumbres perdidas. Tanto la extrema derecha como su contraparte a la izquierda, son expresiones que no nos permitirán zanjar este reto: al contrario, nos hundirán más en el extravío. En 2020 y los años por venir, no podemos dejar de denunciarlo y oponernos si lo que creemos es realmente que la conquista más clara y sustancial de la civilización humana es el reconocimiento, respeto, promoción y permanente defensa de los derechos fundamentales de todas las personas.

@CarlosETorres_

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