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jueves, 18 abril, 2024
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Sabotaje a la CNDH

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Por: JOHN M. ACKERMAN •

El comportamiento del PAN durante el proceso de nombramiento de la nueva titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) confirma el talante autoritario de este partido político. Las masacres y los constantes abusos a los derechos humanos durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) ya habían arrancado la máscara de un instituto político que nació originalmente con el propósito de luchar por la democracia. Pero hoy este partido se evidencia como una organización que milita abiertamente en contra de las instituciones públicas de derechos humanos.

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El visceral rechazo del PAN a la candidatura de Rosario Piedra Ibarra lo llevó primero a intentar sabotear el proceso de selección y después a desconocer abiertamente a la nueva titular por medio de la Asociación Nacional de Gobernadores y la Asociación Nacional de Alcaldes, ambas pertenecientes al blanquiazul.

El odio de la derecha hacia Piedra Ibarra proviene del hecho de que ella y su madre, Rosario Ibarra de Piedra, pertenecen a una corriente de defensores de derechos humanos comprometida con la transformación social y la revolución de las conciencias.

El Comité ¡Eureka!, que ambas fundaron y dirigen, no es una organización típica de la “sociedad civil” creada con el fin de recibir jugosas donaciones de fundaciones internacionales como la Ford, McArthur o Hewlett, o de organismos internacionales como la USAID o el Banco Mundial. Al contrario, esta asociación originalmente tuvo el nombre de Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México y ha tenido una clara convicción política y social de izquierda desde el inicio.

El Comité ¡Eureka! se creó originalmente con el fin de articular los esfuerzos alrededor de la búsqueda y exigencia de aparición con vida de Jesús Piedra Ibarra, hijo y hermano de las fundadoras.
Jesús pertenecía a la Liga Comunista 23 de Septiembre hasta que fue detenido el 18 de abril de 1975 para después ser torturado, llevado a un campo militar y finalmente desaparecido para nunca ver más a sus amigos, a sus familiares.

Los panistas tienen una profunda intolerancia hacia cualquier asunto relacionado con el “comunismo”, el “socialismo” o el bienestar general de la población. Recordemos, por ejemplo, cómo destacados integrantes de este partido montaron en cólera cuando el extitular del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución de México (INEHRM), Pedro Salmerón, se atrevió a considerar que los jóvenes precisamente de la Liga Comunista 23 de Septiembre podrían ser considerados “valientes” por sus ideas utópicas y su disposición a combatir frontalmente al Estado mexicano tan autoritario y despótico durante la época de la Guerra Sucia.

Así que frente a la imposibilidad de frenar la candidatura de Piedra Ibarra vía el método democrático de votación, el bloque panista en el Senado de la República tomó la decisión de torpedear y ensuciar el proceso de selección en su conjunto a partir de la fabricación de un supuesto “fraude” y la difusión de noticias falsas.

Primero circularon un video en que el coordinador del Grupo Parlamentario de Morena, Ricardo Monreal, supuestamente había depositado dos papeletas en la urna de votación. Pero un análisis cuidadoso del video viralizado en redes demuestra claramente que lo único que ocurrió fue que la cédula de papel depositado por el senador se había desdoblado al caer dentro de la urna.

Después se difundió la vil mentira de que la Mesa Directiva del Senado de la República supuestamente hubiera “desaparecido” dos votos. Lo que ocurrió en realidad es que dos senadores, panistas con toda probabilidad, habían introducido papeletas simples en la urna precisamente con el fin de generar dudas y reventar el proceso.

La Mesa Directiva está integrada por representantes de todos los partidos políticos y cualquier material que no sea una cédula oficial de votación simplemente no cuenta como un sufragio.
Finalmente se buscó argumentar que Piedra Ibarra sería inelegible por su cercanía con López Obrador y su pertenencia al Partido Morena. El “pequeño detalle” con este argumento es que la ley no dice nada con respecto a la militancia política de los candidatos, sino que solamente prohíbe el nombramiento de alguien que haya ocupado algún “cargo de dirección” en un partido durante el año anterior al nombramiento, situación que no aplica a Piedra Ibarra ya que había culminado su responsabilidad como directiva local en materia de derechos humanos del partido desde 2015.

Al final del día, en la sesión del pasado 7 de noviembre se emitieron 108 votos válidos para la elección de la nueva titular de la CNDH. 76 de ellos fueron para Piedra Ibarra, 70% de los votos válidos. O si tomamos en cuenta los seis votos oficialmente nulos, equivalen 66% de los votos emitidos con cédula. Es decir, la elección de Piedra Ibarra fue perfectamente legal y legítima ya que se alcanzó sin problema la mayoría calificada requerida por la Constitución y la ley.

Ahora bien, otro factor que enturbió el proceso fue el errático comportamiento de Monreal. En primer lugar, por alguna extraña razón que sólo conoce el coordinador de la bancada de Morena, no se tomó la protesta de ley a Piedra Ibarra el mismo día de su elección, el 7 de noviembre, sino que se esperó hasta el martes 12 de noviembre. Segundo, antes de la toma de protesta, Monreal remitió una carta a la Junta de Coordinación Política donde hace propia las mentiras y los cuestionamientos hacia el procedimiento al solicitar una nueva votación con el fin de dotar “de la más amplia legitimidad” y “restablecer la confianza en el trabajo que desarrolla el Senado de la República”.

Finalmente, frente al rechazo de su propia bancada a esta propuesta traicionera, Monreal finalmente se echa para atrás de su propia iniciativa, generando la ira de la bancada panista. El resultado fue el triste espectáculo que todos atestiguamos cuando Piedra Ibarra finalmente pudo tomar la protesta de ley, culpa del doble sabotaje, interno y externo, a su proceso de selección.

Pero a pesar de todo, la buena noticia es que la CNDH hoy por fin cuenta con una titular cercana a la sociedad y plenamente comprometida con las víctimas. Enhorabuena. ■

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