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martes, 23 abril, 2024
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Prueba de fuego al futuro de la lucha anticorrupción: el caso Lozoya

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Por: La Jornada Zacatecas •

La reacción por orden de aprehensión de Lozoya ha sido como una explosión de fuegos artificiales: vistosa, mucho ruido y motivo de festejo. Columnistas críticos y apoyadores del actual gobierno igual hacen reconocimiento de la acción y manifiestan su esperanza del inicio de un proceso serio de combate a la impunidad, y una vez hecho esto, la consecuente disminución de la corrupción. Lozoya estaba en la mira de la opinión pública como un funcionario mega-corrupto e hiper-impune. Pero la congelación de Altos Hornos y la detención del empresario Alonso Ancira, no estaba en la mirada de los medios y las redes. Ha sido una doble trompeta de avance: se pega al poder de los empresarios que eran intocables y los resortes de la corrupción del otro lado de la barra. Para que haya corrupción se necesitan actores de ambos lados de la barra y, también, organizados en red.

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Es muy importante que el caso sea debidamente investigado y documentado por la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda y por la Fiscalía General de la República. Atacar a estos tiburones no es cosa fácil, su poder les dota de enormes recursos políticos y legales para su defensa. Si no se logra concretar un auto de formal prisión a partir de pruebas irrefutables, la esperanza puede recibir un duro revés: se mostraría que el poder es una cosa y el gobierno otra. Pero de lograr concretar esta empresa de la justicia, el entusiasmo por el cambio acelerará la transformación.

La mecánica de la corrupción es brutal: hagamos de cuenta que en la empresa donde trabajamos señala en los libros de cuenta que se ha comprado un Vocho con un costo de 2 millones de pesos, justificado como transporte ejecutivo de alta seguridad. La empresa compra ese vehículo y, pocos días después, los dueños del carro depositan (desde un banco extranjero localizado en una isla) un millón de pesos a la cuenta particular del agente de la empresa que compró el vocho en cuestión. ¿Quién pierde? Pues la empresa, obviamente. Que fue saqueada con la simulación de negocios fraudulentos. Lo mismo para contratar la compra de servicios, se depositan sobornos a los ejecutivos de la empresa para que elija a ciertos proveedores. Pues bien, estos son los mecanismos que usan en la corrupción, pero los recursos que asaltan no son de empresas privadas, sino dinero público, de todos los mexicanos.

La investigación puede seguir la ruta del dinero “Follow the Money”, dicen los enterados. Se pueden rastrear los depósitos, verificar las compras y demostrar que no fueron adquiridos de acuerdo a su valor normal de mercado, y el enriquecimiento inexplicable de las personas cercanas de los personajes investigados. Es imposible no dejar huella. La mayoría de las investigaciones fracasan no por falta de posibilidades técnicas, sino por las redes de complicidad. Si logran sacar el caso, significa que resistieron los cañonazos de millones de pesos. Es una prueba de fuego. Los mexicanos estamos con la mirada puesta en el tema. Una luz se ha encendido.

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