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martes, 16 abril, 2024
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José Alvarado, observador de la vida diaria

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 373 / Libros / Op. Cit.

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José Alvarado (1911-1974) fue un buen prosista y un mejor observador de la vida diaria. Su trabajo periodístico, desperdigado en diferentes medios de información y durante décadas, lo atestiguan. Realizar una antología de su obra es pues un acierto, y la posibilidad de que nuevos lectores se acerquen a este gran retratista de los aconteceres comunes y cotidianos. Del acontecer de un México que va quedando en el pasado. Para fortuna de todos.

Periodista en toda la extensión de la palabra, Alvarado observó bien el tiempo que le tocó vivir. Esto sin anclarse en una u otra playa, y sin renegar de su particularísimo punto de atisbo. Nada que ver con esa cosa llamada objetividad. De ahí que sus textos (cuántos en realidad, difícil precisar la cifra) sean crónicas, reseñas literarias, estampas, perfiles biográficos y autobiográficos, pedazos de historia, reflexiones acerca del periodismo e informaciones rasas.

De este Alvarado, colaborador en Excélsior, El Día, El Heraldo, El Nacional, Siempre!, y otros más, Margarito Cuéllar acaba de publicar una selección prologada (José Alvarado. Antología) que recupera casi doscientas columnas que organizó, como beneficio al lector, de manera temática. Ocho apartados que desde la perspectiva que aporta el tiempo sitúan a un autor de “corazón tranquilo y manos limpias”, premisas que el regiomontano estableció como condiciones de la labor del periodista.

“Quien carezca de ellos no será nunca un verdadero periodista, ni experimentará jamás el goce infinito de serlo”.

Nacido en Nuevo León, Alvarado hizo ahí una carrera académica universitaria y, cuestión curiosa, su labor periodística siempre en la Ciudad de México. Tal vez por lo primero, la pertenencia a ambientes de sistematización y disciplina, su obra periodística (y de ficción, que también practicó) quedó casi en su mayoría en libros. No todos en circulación, y por lo mismo un acierto más de la antología preparada por Cuéllar.

¿Los temas de Alvarado? Muchísimos. “Aparte de hacer suyas las causas de la República Española, la Revolución Cubana, el antiimperialismo, el gobierno de Salvador Allende y en su momento la autonomía universitaria, a Alvarado se dio tiempo para observar el nacimiento de marzo en el hemisferio boreal, la nieve y la bruma de Londres; hacer un alto en los cafés de París, en la Plaza Novona de Roma y rodearse de los vientos gélidos del Guadarrama en Madrid”, resume Cuéllar.

Y siempre, abunda el prologuista, “se dio tiempo para volver a los prodigiosos azules y morados del Cerro de la Silla de su natal Monterrey o para caminar por las calles angostas de Villa de Santiago”.

 

Enemigos de los ojos tristes

“Hoy, jueves 3 de octubre, a los cuarenta y un años, por cierto, de la muerte del general Serrano en Huitzilac, la tinta de los periódicos parece oler a sangre”, escribió Alvarado en Luto por los muchachos muertos.

“Había una belleza y luz en las almas de esos muchachos muertos escribe el cronista regiomontano. Querían hacer de México la morada de la justicia y la verdad. Soñaron una hermosa república libre de miseria y engaño. Prendieron la libertad, el pan y el alfabeto para los seres oprimidos y olvidados y fueron enemigos de los ojos tristes en los niños, la frustración en los adolescentes y el desencanto de los viejos. Acaso en algunos de ellos había la semilla de un sabio, de un maestro, de un artista, un ingeniero, un médico. Ahora sólo son fisiologías interrumpidas dentro de pieles ultrajadas. Su caída nos hiere a todos y deja una horrible cicatriz en la vida mexicana”.

“No son, ciertamente, páginas de gloria las escritas esa noche, pero no podrán ser olvidadas nunca por quienes, jóvenes hoy, harán mañana la crónica de estos días nefastos. Entonces, tal vez, será realidad el sueño de los muchachos muertos, de esa bella muchacha, estudiante de primer año de medicina y edecán de la olimpiada, caída ante las balas, con los ojos inmóviles y el silencio en sus labios que hablaban cuatro idiomas. Algún día una lámpara votiva se levantará en la Plaza de las Tres Culturas en memoria de todos ellos. Otros jóvenes la conservarán encendida”.

Fue su colaboración en la revista Siempre!

Hace medio siglo.

 

 

José Alvarado. Antología, Selección y prólogo Margarito Cuéllar, Cal y Arena, México, 2018, 464 pp.

* @mauflos

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-373

 

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