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viernes, 19 abril, 2024
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Por Una Política Digna

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Por: Carlos Galaviz Garza •

La democracia tiene por lo menos un mérito, y es
que un miembro del Parlamento no puede ser más i
ncompetente que aquellos que le han votado.
Elbert Hubbard

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En los últimos años y en particular en este sexenio de gobierno federal, se ha acrecentado el desprestigio general del oficio político. Cada día ese desprestigio se va universalizado, no solamente como un mal exclusivo de nuestro país, de un partido o algún sistema en específico; si no como un común denominador que se esparce entre los gobiernos alrededor del mundo. Esto en mayor medida a la gran popularidad que se ha generado en torno al “populismo”. Este término ha sido descrito por expertos en el tema como una adulteración o prostitución de lo que hoy conocemos como democracia.
Para entrar un poco en contexto de lo que describo anteriormente, es la desfachatez con la que se realiza la actividad política hoy en día. Vemos alcaldes recolectando basura, diputados rifando regalos, haciendo fiestas y hasta un presidente electo viajando en clase económica por el país para dar un matiz de igualdad entre la figura presidencial y el ciudadano. Muchos pensaran que son acciones loables que hacen del político una persona más sincera, más cercana a la gente, pero a decir verdad solo desprestigia el gran oficio de lo que es la política. Aunque el sistema democrático permite que todas las clases sociales puedan acceder a la clase dirigente, el gran riesgo de esta pluralidad es la falta de oficio y de sentido en la aplicación de la política.
Es bien conocido que la clase dirigente no solo en México si no el mundo, debe contener su escala respectiva de valores y matices como cualquier otro oficio. El oficio de la política se ha vuelto muy popular entre los mexicanos ya que es un oficio que denota poder para poder tener; es una meta política ambiciosa en la suma de inteligencia y audacia de quien la práctica. Pareciera que en la actualidad este noble oficio, es más fácil vivir del crédito de las palabras que de dar crédito a las palabras; los vicios se vuelven costumbres, la docilidad en acatamiento y la ideología en retórica de confrontación a un sistema de gobierno.
Pareciera que hoy en día describir lo que es el oficio de la política es describir algún tipo de sinónimo sobre el término de populismo o peor aún una descripción de un sinónimo de corrupción. Aunque este oficio las últimas décadas ha sido proporcionalmente desprestigiado no sólo en México sino en el mundo, este oficio otorga de manera constante una ventana de oportunidad para elevar los niveles de confianza en política, alentar la participación ciudadana, promover la calidad en el debate público, y por tanto, eficientar la aplicación, coordinación y vigilancia de las políticas públicas de un gobierno. Toda esta descripción anterior obedece solamente a la teoría que debería ser en la práctica pura de lo que debería ser en esencia la política.
Aunque hoy en día las opiniones sobre el oficio de la política son en un contexto negativo, incluso en un aspecto despreciable e intolerable; me atrevería afirmar que aun existimos un porcentaje aunque sea mínimo de la población, que pensamos que la política es una actividad sublime y grandiosa. Actividad que permite a quien la practica tener un contacto directo con los ciudadanos y un contacto consciente con problemas a los cuales la ciudadanía nos enfrentamos a diario. Otros oficios que se asimilan o podríamos poner en comparativa a este sublime oficio sería el de médico, servidor religioso, maestro, entre otros más que en su alcance interactúan con la ciudadanía de una manera constante.
Para Finalizar:
Los políticos deberían ser ciudadanos con vocación, al servicio del pueblo. El Oficio Político debe de respetarse y admirarse como se admira un prendedor en la vestimenta de una persona. El Oficio Político debe lograr diferenciar y hacer resaltar a aquél ciudadano que se desenvuelve de manera socialmente responsable, minuto tras minuto, es una característica, una virtud, en la que todos los mexicanos políticos, empresarios, maestros, campesinos, profesionistas, jóvenes, adultos y adultos mayores, debemos considerar cada vez que deseamos regalarle a nuestro país la posibilidad de un mejor futuro.
La política es cosa seria y no es para advenedizos como los que están de moda con esta afamada Cuarta Transformación. Lo vemos con el nuevo y flamante gobernador de Morelos y su alineación futbolera, o también manifestado en un diputado presidente de la comisión de cultura que confunde biblioteca con librería. Debemos de dejar de ver este noble oficio como una aventura nada más. Así como nadie en su sano juicio se practicaría un trasplante de riñón con un abogado, ni le encomendaría la construcción de su casa a un contador, la política debe ser ejercida, si no por especialistas, sí por conocedores del tema. Ahora, como nunca, y para hacer efectivo un cambio radical en nuestro sistema político, el político debe prepararse primero, para llegar a ser, mediante una combinación adecuada entre formación académica, vocación de servicio, experiencia política y sentido común para evitar ver la política como un tema circunstancial. Al día de hoy requerimos de políticos con vocación, preparadas, que abonen en erradicar la anticuada idea de que es la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación. ■

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