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jueves, 28 marzo, 2024
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Las libertades democráticas, guía de las luchas de los últimos 50 años

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Por: La Jornada Zacatecas •

La principal y más trascendente bandera enarbolada por el movimiento estudiantil de 1968 fueron las libertades democráticas. En los hechos, con sus marchas masivas en las calles de la Ciudad de México y sus concentraciones en el Zócalo y en Tlatelolco los estudiantes y demás habitantes movilizados, cerraron una larga y ominosa etapa en la que el régimen consolidó la simulación y la represión, como instrumentos de control social de una sociedad inmovilizada que parecía conforme con la capacidad del modelo económico para propiciar el crecimiento del PIB con un gradual incremento de la equidad. Las masacres del 2 de octubre y del 10 de junio de 1971 (El halconazo) no impidieron que los impulsos justicieros se expresaran con intensas movilizaciones de organizaciones campesinas y distintos sindicatos (electricistas, universitarios, por ejemplo) así como de los jóvenes radicalizados que optaron por la lucha armada, quienes fatalmente se toparon con la criminal guerra sucia orquestada por la parte más descompuesta de aquel régimen.
A mediados de los años 70, los impulsos democratizadores se expresaron mediante la lucha por la liberación del sistema electoral, de manera que gradualmente, algunas libertades empezaron a ser respetadas o menos atropelladas. Diez años después de la noche de Tlatelolco, en 1978, se produjo una reforma política que abrió la puerta de la legalidad electoral a las izquierdas democráticas permitiéndoles estar presentes en el Congreso de la Unión y un tímido acceso a la radio y la televisión. Las siguientes dos décadas llegaron más reformas políticas y un sistema electoral de tres partidos competitivos, pero al mismo tiempo la hegemonía global del neoliberalismo impuso en México, a partir de 1982, la aplicación a raja tabla del decálogo conocido como el Consenso de Washington, cuya lógica pronto chocó con la del proceso democratizador, propiciando, a partir del año 2003, un grave retroceso en materia electoral y la aceleración del proceso de descomposición con corrupción e impunidad, inseguridad y violencia.
Sin embargo, durante las dos décadas siguientes, las luchas por las libertades democráticas encabezadas por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fueron acumulando fuerzas hasta lograr, el pasado primero de julio, un triunfo histórico por la cantidad de votos a favor del candidato de Morena y por el desmantelamiento del sistema de partidos consolidado hace poco más de dos décadas. El triunfo de AMLO y de Morena en el Congreso de la Unión y en distintos estados de la República generará las condiciones para avanzar más rápido en la conquista real de las libertades democráticas y en el desmantelamiento gradual del modelo neoliberal, para incrementar el bienestar general. Ambas cosas ocurrirán a una velocidad que dependerá del grado de organización que adquiera la base social más sólida del movimiento, lo que implica la consolidación de Morena como un partido democrático que empodera a sus afiliados y actúa como una verdadera escuela de ciudadanía, entendiendo esta como el ejercicio real de los derechos humanos: entre más derechos se ejercen, más bienestar existe y más intensa es la ciudadanía.

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