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viernes, 29 marzo, 2024
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Grandes responsabilidades del Congreso Extraordinario de Morena

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Lo que queda de este mes de agosto de 2018 en el ámbito de la toma de decisiones políticas es interesante y complicado. Para empezar, quedarán plenamente integrados las fracciones parlamentarias, una vez que el tribunal electoral desahogue todos los litigios presentados relativos a las elecciones de diputados federales y senadores de la república. También está por conocerse la decisión individual de cada legislador electo por el principio de mayoría relativa de los partidos Encuentro Social y Nueva Alianza, en relación a si desean integrarse a alguno de los existentes o se mantienen como independientes, ya que, todo indica, esos partidos no tendrán grupo parlamentario por haber perdido el registro electoral legal al no obtener el mínimo de 3% de los votos en cualquiera de las tres elecciones federales que están a punto de agotar sus etapas. También es interesante observar la competencia por las coordinaciones generales de cada fracción, en especial de la mayoritaria encabezada por Morena. Es interesante destacar que dos zacatecanos han llegado a la recta final: Ricardo Monreal Ávila en el Senado y el riogense Alfonso Ramírez Cuéllar en la Cámara de Diputados, donde sustituiría a la también zacatecana de origen Rocío Nahle García.
Asimismo, el próximo domingo 19 el partido Morena celebrará su Congreso extraordinario para evaluar el proceso electoral y acordar las reglas que normarán el proceso de renovación de sus dirigentes, cuyo mandato está a punto de concluir y al parecer existe el consenso para prorrogarlo cuando menos un año. El Congreso será también un primer evento de la serie que configurará su identidad como partido, en especial la relación que tendrá con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) presidente electo que asumirá su cargo el próximo primero de diciembre. Cabe recordar que en la tradición política mexicana el presidente de la República ha impuesto su voluntad política a su propio partido, cuestión que será difícil que Morena no repita dado el tremendo peso de AMLO. Pero también puede ocurrir que decidan que el partido sea una instancia de debate donde se tomen las decisiones políticas más importantes para ser impulsadas en el Ejecutivo y en el Legislativo. Esa práctica sería un dique para evitar la proliferación de supuestos mensajeros de AMLO con sus instrucciones para legisladores y dirigentes partidarios. Suprimir todo debate, dialogo y negociación en Morena implicaría no reconocer la pluralidad existente y propiciar una tremenda deformación en la fuerza política llamada a construir un nuevo régimen, incluyendo un nuevo sistema de partidos.
El compromiso público de AMLO de que el poder ejecutivo no someterá a los otros dos poderes de la república debería ponerse en práctica convirtiendo su Congreso en un mecanismo para tomar decisiones sobre prioridades, rutas críticas y estilos que se han de elaborar y aplicar para alcanzar los objetivos generales del proyecto de nación. Como bien dice el diputado federal electo Pablo Gómez: “Si se quiere que los propósitos del primero de julio se conviertan en realidades, la nueva disciplina debe basarse en la solidaridad, la cual implica igualdad y apertura políticas, sin secretos, insinuaciones, lecturas de pensamiento ni engaños. Sería un error convertir a Morena en una agencia electoral, sin vida propia, sin opinión ni manera de actuar junto con el gobierno federal y sus grupos parlamentarios, así como de sus alcaldes y gobernadores”.
El próximo Congreso de Morena debe ser un primer paso para su conversión en un organismo que forme ciudadanía elaborando ideas y practicando cotidianamente la lucha por convertirlas en hegemónicas; esa sería su mejor contribución a la erradicación de los vicios estructurales de nuestra débil democracia. Por el contrario, si la principal fuerza política del país se convierte en un instrumento electoral para organizar las campañas del equipo del presidente, se constituirá en un obstáculo insalvable para la construcción de un nuevo sistema de partidos que cumpla la misión constitucional de promover la participación ciudadana en la vida democrática. Morena no debe permitirse ninguna duda: debe ser el gran partido democrático prefigurado en sus documentos fundadores.
Los delegados al Congreso extraordinario de Morena deben tener en cuenta que el país no merece otra organización cuyos miembros solo se mueven tras los negocios y privilegios de unos cuantos, sino una que siempre esté perfeccionando sus objetivos y métodos con la mayor participación y transparencia. Como dice Pablo Gómez: “La esencia de un partido es su programa, el que sea, pero verdadero”. Y yo agrego, el sistema de partidos debe reflejar los intereses diversos existentes en la sociedad y los procesos electorales ser, esencialmente, confrontaciones programáticas. Sólo así avanzará la regeneración de nuestra vida pública. ■

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