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jueves, 18 abril, 2024
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Leer en voz alta

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 339 / Promoción de la lectura

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Hay una modalidad de lectura que a pesar de ser una práctica constante, primordialmente en la escuela, no se explota todo el potencial que tiene. Me refiero a la lectura en voz alta. La posibilidad de volver sonido la letra impresa es un puente más afable hacia la comprensión lectora. Es decir, la mayoría de nosotros estamos más acostumbrados a escuchar que a leer. Como seres humanos, también a una mayoría, nos gustan las historias. Esto se refleja aún más en la infancia. Pero ello no excluye a edades mayores. Leer en voz alta para darle vida a esa lectura.

Hace algunos años acudieron a la Sala de Lectura “Así la libro” un grupo de jóvenes estudiantes de secundaria. Tenían la encomienda de leer los cuentos de El llano en llamas, de Juan Rulfo. El motivo de su visita, así lo expresaron, fue porque no entendían los cuentos. Considero que esta situación se presentó, entre otras causas, a dos situaciones concretas: por un lado la poca o nula práctica lectora y por otro, la falsa idea de que todos los cuentos tienen una estructura lineal, igual a la de los cuentos de hadas tradicionales, que son el tipo de texto más cercanos a ellos.

Me referiré al cuento “No oyes ladrar los perros”, lejos de indicarles que leyeran el libro en voz alta y por turnos, utilicé el reproductor de audio y les compartí la lectura en voz alta que del texto realiza José Carlos Ruiz. Ellos tendrían que seguir la trama en silencio, con sus propios libros. Ruiz hace una lectura maravillosa: modula la voz y así identificamos a los personajes, sus circunstancias, las intenciones de sus diálogos. Cuando concluyó la pieza, uno de los chicos dijo, espontáneamente: “ahora sí lo entendí”. La letra que estaba muerta en la página cobraba vida en la voz.

El comentario a la segunda causa no lo desarrollaré en este momento, pero es una llamada de atención para romper determinados esquemas que se siguen reproduciendo en el aula, pese a las reformas que ha experimentado el sistema educativo durante los siglos XX y XXI. Volviendo a la lectura en voz alta, el secreto, o uno de los secretos según Alma Velasco, está en la oralidad. Es decir, en integrar al ejercicio de convertir en sonido lo escrito, además de la voz, el chisme, la emoción y el subrayado.

Todo ello redunda en algo que no aparece a primera instancia en el texto: la intencionalidad. Decimos, hablamos, expresamos distintas ideas, oraciones, indicaciones. Pero la intencionalidad con que lo decimos varía. ¿Cuántas intencionalidades de la palabra “no” usamos? Leer en voz alta para mejorar la comprensión lectora, para que nuestra voz sea el vehículo donde quien escucha viaje, nuestra oralidad como puerta que abre otros mundos o ventanas que muestran otras latitudes (internas y externas). Esto no es nuevo, ya José Joaquín Fernández de Lizardi lo dijo en su Periquillo Sarniento: “Hay muchos modos de leer, según el estilo de las escrituras. No se han de leer las oraciones de Cicerón como los anales de Tácito”.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-339

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