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viernes, 19 abril, 2024
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El viejo topo sigue cavando

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

No ha muerto. Por lo menos no del todo. El “viejo topo” que hizo la crítica más demoledora de la economía capitalista y denunció el sistema de explotación en que se sustentaba sigue cavando. A doscientos años de su nacimiento no son pocos los que se preguntan si siguen vigentes las ideas y tesis de Marx. La respuesta se encuentra al preguntarnos si el hombre sigue siendo el lobo del hombre. Si permanece en nuestro tiempo la desigualdad fruto de la dispareja distribución de la riqueza y de la explotación de quienes se apropian del excedente de quienes crean valor, la injusticia en la que el fuerte domina y sojuzga al débil, la ausencia de libertad resultado de un sistema opresor y enajenante que mantiene alienadas las conciencias y el atropello de la democracia en la que los derechos y voluntad de las mayorías son conculcados por los poderosos dueños del dinero: del capital, dinero que reproduce dinero y lo multiplica. Esas y no otras causas y valores fueron por las que Karlos Marx combatió. Pues Marx fue por antonomasia un Humanista como filósofo, economista, historiador dado que trabajo con fuentes primarias, revolucionario y hasta periodista. Era dueño de un saber enciclopédico. Al leer sus obras estas están colmadas de referencias a personajes de la cultura clásica y su pensamiento. Podemos percatarnos de la gran erudición de la que fue dueño. En sus citas aparecen personajes como Homero, Dante, Cervantes y su Quijote, Goethe,los filósofos ilustrados y enciclopedistas franceses incluidos los revolucionarios y el Balzac retratista de la vida y sociedad francesa postnapoleónica, Zola y Dickens que desnudaron la explotación, sufrimiento y miserias de los trabajadores; como parte de una larga lista de autores.
Sus detractores han hecho de él un propagador de la violencia por aquello de que en obras como el Manifiesto del Partido Comunista y el Dieciocho brumario de Luis Napoleón Bonaparte hizo alusión a la dictadura del proletariado como forma de gobierno en oposición a la democracia burguesa y al cretinismo parlamentario.
Para él tal dictadura, era la del poder obrero al servicio de la clase trabajadora y de la mayoría del pueblo.
Con la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento y desaparición de la Unión Soviética se decretó también el fracaso del socialismo. Plumas de intelectuales influyentes como la del norteamericano Francis Fukuyama, inspirado en Hegel llegó hablar de el fin de la historia. Con el rescate de esta tesis hegeliana lo que Fukuyama buscada mostrar es qué como parte de la idea del progreso, el fallido ensayo socialista demostraba la inviabilidad de este modelo como formación social o sistema económico. Por lotanto, habría que dejar de lado las propuestas e ideas de Marx. Para este ideólogo del neoliberalismo la teoría del viejo topo y el modelo de sociedad que soñó para sustituir al sistema capitalista, se había ido al traste.No quedaba otro remedio que resignarse al sistema capitalista con su dejar hacer y dejar pasar smithianos. Las leyes del mercado y este como regulador de los intereses de los individuos con la mano invisible como motor de la economía deberían de seguir su curso.
El fracaso del ensayo para instaurar el modelo socialista de los países que lo adoptaron, la URSS en primer término, seguido por otros países entre ellos China que devino en una economía capitalista de Estado, Corea o Cuba convertidas en dictaduras de los partidos comunistas y caudillos que se adueñaron de sus aparatos de gobierno a la vez que conculcaron los derechos individuales, no es culpa de Marx y de las ideas que escribió. Como o señala Carlos Illades, con la que estamos de acuerdo, “…aunque se haya pretendido ver a la URSS como la puesta en práctica de las ideas de Marx, su fracaso está ligado más a las circunstancias concretas a las que se tuvo que enfrentar que a la teoría de la cual provienen”, (véase “Laberinto”, Suplemento cultural de Milenio, sábado 4/04/2018). Marx como se sabe, al residir en la cuna de la Revolución industrial diseñó su utopía pensada para llevarla a la practica en países industrializados. Se le ubica como un propulsor de la violencia por aquello que sostenía que la historia de la humanidad había sido la historia de la lucha de clases. Vivió también en el siglo de las revoluciones y pensaba que para lograr la emancipación humana (la desalienación de los individuos) que acabara con la explotación, los privilegios al lado de la miseria de los trabajadores, eran estos una vez que pasaran de la conciencia en si en la conciencia para sí,quiénes organizados en un partido, se comenzaría a socavar las bases del capitalismo y construir un modelo de vida y sociedad más humano y justo.
Por eso es que mientras exista el capitalismo con la dictadura del mercado al servicio de los dueños del capital, mientras prevalezcan los problemas sociales que propicia este sistema en su fase neoliberal, habrá razón para seguir abrazando la utopía por la que el viejo topo vivió y dedicó su pensamiento. ■

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