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sábado, 20 abril, 2024
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Aislado, con un Biblia y siempre vigilado, ‘El Chapo’ cumple un año extraditado

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Por: La Jornada •

Nueva York. Más allá del propio Joaquín El Chapo Guzmán y de los guardias que lo vigilan es probable que nadie sepa exactamente cómo es la vida del ex jefe del cártel de Sinaloa en la prisión de Nueva York en la que espera juicio desde hace un año. Ni siquiera su actual abogado ni los dos que tuvo antes de oficio han podido ver la celda en la que jamás se apaga la luz.

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La noche del 19 de enero de 2016, mientras Donald Trump se preparaba para ser investido presidente al día siguiente, Guzmán aterrizó esposado y escoltado en Estados Unidos. México había extraditado a uno de los criminales más reclamados por su vecino.

Desde entonces se encuentra en el Metropolitan Correctional Center, una de las cárceles de mayor seguridad de Estados Unidos, situada muy cerca de uno de los extremos -el de Manhattan- del famoso puente de Brooklyn. A escasos cien metros de la otra punta del puente, en el lado contrario del East River, está la corte federal del Distrito Este de Nueva York. Acusado allí de 17 cargos, sobre Guzmán pende la amenaza de la cadena perpetua como espada de Damocles.

El centro penitenciario es conocido por haber albergado a miembros de Al Qaeda y a Bernard Madoff, el gestor bursátil que hizo temblar Wall Street con su estafa piramidal. Según The New York Times, presos que pasaron por el penal lo calificaron de «cámara de tortura». Otros medios le han puesto el sobrenombre de «el Guantánamo de Nueva York». Desde la calle se aprecian sin embargo pocos indicios de que el edificio marrón pueda ser una cárcel. Carece, por ejemplo, de perímetro acotado.

¿Bajo qué condiciones está El Chapo?

Guzmán se encuentra en una celda en el piso 10, en una unidad de segregación administrativa, es decir, bajo continua y estricta vigilancia. Además tiene impuestas medidas administrativas especiales -las que se conocen como SAM por sus siglas en inglés- que el Gobierno estadunidense impone a reos peligrosos esas medidas.

Son principalmente aislamiento y e incomunicación. Su temor es que El Chapo, de 60 años, pueda fugarse, como ya hizo en dos ocasiones en México, o seguir dirigiendo el cártel de Sinaloa desde prisión.

No tiene trato con ningún otro preso. «El único contacto que tiene es con los guardias, pero se supone que no le hablan», dice a dpa su abogado, Eduardo Balarezo. «Para moverlo de su celda a la sala de visitas hay un teniente y tres guardias adicionales; anda esposado».

¿Cómo es su celda?

De 18 metros cuadrados, está monitoreada continuamente y la luz en ella está encendida las 24 horas del día. Tiene una pequeña ventana opaca a través de la que no se ve el exterior, según ha contado a su abogado, pero sí se intuyen los cambios de la luz como para saber si es de día o de noche. Hay una cama, un escritorio, el escusado y un lavamanos. Desde hace poco tiene una Biblia y también un diccionario inglés-español.

Ante las quejas de su defensa por el escaso tamaño de la celda, la fiscalía asegura que es la más grande de su unidad. Si no tiene visitas, sale de ella una hora al día, en la que lo meten en una habitación en la que hay una bicicleta y una televisión.

Visitas

Bajo el estricto régimen de aislamiento en el que se encuentra, el narco mexicano no pudo durante meses recibir más visitas que las de sus abogados. En agosto, no obstante, el Gobierno dio luz verde a que lo visiten las gemelas de seis años que tiene con su actual mujer, la ex reina de la belleza Emma Coronel, y una hermana.

Las niñas han ido a verlo en dos ocasiones: en agosto y unos días antes de Navidad. En la primera ocasión estuvieron acompañadas por su tía, que sin embargo no acudió en la segunda porque le retiraron el visado cuando iba a salir de México. Al menos en una ocasión, El Chapo ha podido hablar con su hermana por teléfono.

Ni su equipo legal puede darle la mano ni sus hijas abrazarlo porque en la sala de las visitas está siempre separado por un cristal de seguridad. Su mujer no está autorizada para visitarlo. Se ven de lejos en las vistas orales preparatorias en las que Guzmán comparece ante el juez cada aproximadamente tres meses. Emma Coronel ha acudido a todas y se sienta en uno de los bancos del público.

¿Cómo se encuentra?

La defensa del narco asegura desde hace meses que el estricto régimen de aislamiento en el que se encuentra está causa estragos a su salud.

Los abogados de oficio que tuvo hasta septiembre dijeron ya hace meses que a no ser que en la radio pusieran continuamente música mexicana, escuchaba sonidos que no existían. La fiscalía atribuyó las supuestas alucinaciones sonoras a la radio de los guardias.

Su abogado actual aseguró en uno de los escritos que envió al juez que muestra incapacidad para recordar personas, lugares y hechos y que, específicamente, se queja entre otras cosas de «alucinaciones auditivas», se siente «perseguido» y sufre «depresión». Y se quejó de que sufre problemas como dolores de cabeza, pitidos en los oídos y dolor de garganta que nadie le ha tratado.

«Se nota que su memoria está fallando mucho, se repite mucho y cosas que hemos hablado una hora antes no recuerda», dice Balarezo a dpa. En noviembre una evaluación mental que el juez autorizó y que ya se ha realizado, pero no ha hecho públicas hasta ahora las conclusiones.

El letrado teme que su cliente esté deshidratado porque, asegura, le permiten solo comprar seis botellas de agua al mes y él se niega a beber de la de la llave de su celda porque está al lado del inodoro.

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