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miércoles, 24 abril, 2024
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La reina de la lectura

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 316 /  Promoción de la lectura

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Como todas las adicciones, la lectura no sólo no cura los males sino que los agrava. A los pretenciosos

los vuelve más pretenciosos; a los ridículos, más ridículos; a los vanidosos, más vanidosos; y más

frívolos a los frívolos, y más desdeñosos a los desdeñosos.

Juan Domingo Argüelles

 

El pasado domingo fuimos testigos de la celebración de un objeto ajeno al grueso de la población mexicana: el libro. Tantas acciones hay por emprender a favor de este artefacto que todo lo que se realice, teniéndole como centro (aunque sea en el discurso), es bienvenido. Tantas acciones se han dejado a la deriva, que todo acto de exhibición es digno de reconocimiento y admiración.

Debo confesar algo que es constante en estas conmemoraciones: el espectáculo por encima de la razón de ser de la celebración. En el ánimo de convocar, de convencer, de hacer que más personas se acerquen a los libros le adjudicamos a la lectura consecuencias mágicas, de igual manera que en su momento lo tuvieron la uña de gato o el jugo de noni. El énfasis se coloca en el libro, en quien organiza la actividad (institucional o personalmente) y se deja fuera al lector.

El lector que no necesariamente es el asistente. Ya Graciela Montes advertía del riesgo de confundir el juego con la lectura. Qué lástima que en el ánimo de hacer apologías de la lectura se nos olvide leer, y peor aún, seamos incapaces de leer la realidad. Pero ello poco importa porque se habla del libro (así en abstracto, y como tal también tendrían que festejar al directorio telefónico o a los informes gubernamentales), y desde luego, de las voces comprometidas… con lo políticamente correcto. El asistente es espectador, partícipe de un show que volverá a aparecer el 23 de abril.

En este marco “brincan” nuevas virtudes de la lectura y el libro: nos otorga un estatus de intelectualidad (con ello ganamos la autoridad moral para juzgar a los otros y obligarlos a leer “por su bien” y “para mejorar”); nos da visibilidad (un lector(a) no pasa desapercibido), nos vuelve interesantes, seductoramente analíticos (aunque sigamos siendo los mismos hijos de puta de siempre), lo anterior trae como consecuencia una autoestimada reforzada. Y esto último es el producto que se vende y no el vicio de leer, simple y sencillamente porque no se lee en la cotidianeidad, sólo en fechas que así lo exigen.

Celebremos la lectura y el libro. Celebremos a quienes los celebran. Celebremos porque tenemos necesidad de celebrar (la necesidad de reconocimiento viene oculta). Celebremos el 2 y 23 de abril, celebremos el 12 de noviembre. Celebremos que estas fechas están marcadas en el calendario. Celebremos que estas fechas aún no tienen derechos de autor. Celebremos que el libro da para vivir (económica, social, cultural y emocionalmente). Celebremos que son sólo tres días al año (¡qué horror que existieran más!). Celebremos que estamos a un paso de coronar a la reina de la lectura: la frivolidad.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_316

 

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