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martes, 16 abril, 2024
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A la mexicana

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Por: La Jornada Zacatecas •

Autor: Miguelangel Lozoya Aguirre
Residencia: Torreón, Coahuila, México

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Sentada en su silla, bella y fina,
perpleja se ha quedado La Catrina.
Ojo pelado y manos en el rostro,
observa con angustia y asombro
cómo hombres y mujeres que de raíz,
hombro con hombro, levantan un país.

Después del desconcierto arribó la calma,
con ella la solidaridad y de un pueblo la esperanza.
Se escucha un grito a lo lejos: ¡Silencio!
que segundos después se transforma en aliento.
Estremecida y angustiada La Huesuda recita:
– “No temas niñita, que tú hoy no estás en mi lista”.

Sombrero y chal dejó en casa La Garbancera,
mano con mano, pala y pico, la arenga, sin parar;
hombres, niños y mujeres, en esperanza abrasadora.
Delgada, tiritante y huesuda, no cesa de trabajar.
Entre el polvo y escombro se le nota anímica,
pero más atónita por la grandeza del pueblo azteca.

Se cuenta que aquella tarde de incertidumbre,
Huesuda piadosa, milagros de septiembre,
bajo escombros vio decenas de rostros,
y cantidad de mortales recibió pocos.
Pueblo que renace de entre los escombros y cenizas,
reconocimiento y aplausos de La Huesuda en catacumbas.

Cambió chal por jorongo, sombrero emplumado y joyas dejó;
al igual que su creador, La Catrina como Posada quedó.
Posada, humilde hasta el hueso, La Catrina de hueso humilde
que por chal, joyas y sombrero se le juzgó burgués americana,
huesudita con orgullo de bandera, la tricolor bien a la mexicana.

 

Calavera literaria dedicada a las personas fallecidas aquel
19 de septiembre de 2017 a causa del temblor. También a todas las personas
que colaboraron en el rescate y reconstrucción de la Ciudad de México.

 

 

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