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viernes, 19 abril, 2024
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El PRD por un frente democrático, no anti neolibera

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

El PRD anunció ayer su intención de construir un Frente Amplio Democrático para competir en el proceso electoral del 2018. La denominación escogida permite deducir que el elemento cohesionador de las fuerzas que concurran será la convicción compartida de que la democracia mexicana está en una situación tan grave que amerita dejar de lado las diferencias en otros ámbitos (Económico, social, etc.), para instaurar un gobierno de coalición que aplique el programa democrático. Si consideramos las declaraciones anteriores de la presidenta del PRD y de varios de sus gobernadores, en el fondo de la decisión anunciada ayer está la intención de incluir en tal frente al PAN, partido con el que han construido varias coaliciones estatales, con los mejores resultados para el partido blanquiazul, lo que implicaría que este partido llevaría mano en la designación de sus principales candidaturas y en la orientación programática, y en los hechos, el abandono definitivo del PRD de la trinchera de la oposición neoliberal, consolidando el rumbo iniciado en 2012 con la firma del Pacto por México y su transformación en satélite del PAN.

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La trascendencia del anuncio de ayer se comprenderá mejor si recordamos que los líderes del PRI y el PAN comparten desde 1982 las tesis del neoliberalismo contenidas en el Consenso de Washington y aplicadas a rajatabla por los gobiernos de: De la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. La ideología que los ha guiado es el llamado pensamiento único o sea la traducción en términos ideológicos pretendidamente universales de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, especialmente los del capital financiero internacional, fundamentado en el pensamiento económico de Milton Friedman y Friedrich Hayek. Los neoliberales son defensores a ultranza del individualismo y, por consiguiente, de los derechos sociales. Consideran a la pobreza un defecto de la personalidad y llegan a denominar como “parásitos” a todos aquellos ciudadanos que usan los servicios públicos. Los dogmas neoliberales que han orientado las llamadas reformas estructurales en el mundo son el Estado mínimo, las privatizaciones, el libre comercio, la desregulación del sistema financiero, las reformas laborales para debilitar los sindicatos y los ingresos de los trabajadores. Ese cuerpo de ideas ha conducido el proceso de globalización centralizando el poder en los cincuenta individuos más ricos del mundo, relegando a los políticos a un papel instrumental, que se reúnen frecuentemente en foros como el de Davos Suiza, y utilizan como principal herramienta el poder persuasivo de las grandes redes de telecomunicaciones de su propiedad, repitiendo en todos los tonos el apotegma Thatcheriano: “there is no alternative”.

Unidos alrededor de ese pensamiento, priistas y panistas disputan por las riendas del poder público del país, no para cambiar de paradigma económico sino para beneficiarse de los privilegios de ocupar las posiciones clave para el control de la tupida red que hace posible la corrupción y la impunidad. Esa circunstancia explica porqué han sido posibles los acuerdos políticos que condujeron a que sectores del priismo apoyaran a Felipe Calderón en 2006, y panistas hicieran lo propio apoyando a Peña Nieto en 2012 para evitar el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su programa anti neoliberal. Otro elemento de fondo que unifica a priístas y panistas es su coincidencia en la fracasada estrategia utilizada para combatir la inseguridad y la violencia, así como en el mantenimiento de las condiciones que propician la corrupción y la impunidad. A un año de la elección de Presidente de la República y de la totalidad del Congreso de la Unión, la disyuntiva para los mexicanos será la misma: mantener el rumbo neoliberal con corrupción e impunidad o cambiarlo apoyando a Andrés Manuel López Obrador y su proyecto de regeneración nacional. Esclarecer los elementos de esa disyuntiva antes de la elección de julio de 2018, es el reto más importante del movimiento existente alrededor del candidato de Morena.

Desde mi punto de vista, el hecho de que hasta la fecha ninguna candidatura independiente haya logrado un claro nivel de competitividad, es que ninguno se ha posicionado tan claramente como AMLO en los temas señalados y se conforman con denunciar genéricamente a los partidos políticos y a toda la clase política, coincidiendo en este asunto con los esfuerzos de la élite del poder en su conjunto para convencer a la mayoría de que AMLO es “igual que todos” y de que Morena comparte los vicios de todo el sistema, dejando de lado que apenas conquistó su registro electoral en la elección federal del 2015. La decisión del PRD y sus argumentos políticos indican que el proceso electoral tendrá en su polo anti neoliberal únicamente a AMLO, lo que contribuirá a la polarización del proceso electoral del año próximo. La fortaleza del polo anti neoliberal mexicano atraerá la atención de muchas personas en el mundo que luchan como nunca por expulsar de los gobiernos a los políticos neoliberales.

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