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viernes, 19 abril, 2024
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La política de drogas: entre laberintos sociales y sanos maliciosos

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Por: La Jornada Zacatecas •

¿Por qué se estigmatiza al consumidor de drogas? Una de las razones es la moralización de la política en su prohibición. Se les percibe como parte del problema general de drogas, las cuales son causa de la violencia extrema que vivimos. En el modelo prohibicionista se expone demasiado a los consumidores porque los aproxima a los vendedores, los cuales son, en este modelo, criminales. Nadie arriesga su seguridad para comprar una botella de tequila o cualquier aguardiente, pero sí se pone en riesgo a las personas que pretendan consumir otras drogas, las prohibidas. Esta situación interfiere con las posibilidades de éxito de los programas de atención a las personas que padecen una adicción. No debemos confundir el consumo con la adicción. Muchas personas consumen alcohol (que también es una droga) y sólo pocos son adictos. El desarrollo de una dependencia orgánica tiene causas psicosociales que nada tiene que ver con la oferta de las sustancias. Son rasgos que están en los sujetos que las consumen. Y este tipo de adicciones generan problemas al común de los ciudadanos, y por eso son de interés públicos. Hay otro tipo de adicciones que no representan (aparentemente) un problema público, como el caso de los lácteos (los cuales son muy adictivos) o los azúcares. Sin embargo, en el caso de ciertas sustancias prohibidas impactan en la personalidad y el desempeño social de quien los consume en forma constante. Así las cosas, son un obstáculo al bienestar, por ello es deseable que las personas no las consumamos y menos lo hagamos con dependencia de por medio.

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La atención psicológica (clínica y no-clínica) es esencial para ayudar a que los sujetos equilibren su vida psíquica, armonicen sus deseos, mejoren sus representaciones y, al final del día, se vean realizados como personas. Sin embargo, hay una enorme interferencia en la correcta atención de las personas que padecen alguna disfunción de personalidad que provoca su adicción, porque están estigmatizados no sólo por la sociedad, sino por las propias autoridades, que los ven como semi-criminales. Y aquí, como en otros casos, el mal es provocado por la malicia: es la reacción social e institucional contra los padecimientos el factor que provoca su estado mórbido. Por ello, si no hubiera la prohibición o la estigmatización la condición de estas personas fuera distinta. Así, la malicia (el estigma) provoca los problemas que dice atender. Antes de las medidas terapéuticas está la representación socio-institucional de los padecimientos. Como el caso de la llamada ‘locura’, las reconocidas como ‘adiciones’ tienen similitudes esenciales: se les convierte en ‘especies’. No es Juan o Pedro, sino ‘el adicto’. Como si de una especie de persona se tratara. Antes de procurar medidas terapéuticas, debemos crear una reforma social que cambie el canal del sentido común, lo cual pasa por modificar toda la política de drogas en México. Dicha política es guiada por hipótesis causales no sólo falsas, sino tontas, y múltiples prejuicios que se convierten en perjuicios. Por tanto, para resolver el problema de la droga que causa embotamiento de los sentidos, debemos primero des-embotar los sentidos de los que nos creemos ‘sanos’.

 

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