Todos presenciamos el peligro que corremos las mujeres, jóvenes, adultas, niñas, en la calle, la escuela, el trabajo y hasta en casa. No es algo que podamos ignorar. La violencia y discriminación que sufren muchas mujeres en México está todos los días frente a nosotros y en la mayoría de los casos, no hacemos nada. Nada ocurre y todo continúa igual.
Esto no es algo exclusivo de nuestro país. En todo el mundo, las mujeres siguen siendo discriminadas en infinidad de situaciones y entornos, como el acceso a la educación y a la salud; la falta de independencia económica; al ser relegadas de la toma de decisiones y a través de otras formas o expresiones más agresivas de la desigualdad de género, como la violencia doméstica, el machismo, el abuso sexual y la trata de personas.
Por eso es necesaria una agenda internacional para combatir la desigualdad de género. Y éste es precisamente el Objetivo de Desarrollo Sostenible número cinco de la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030: “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”.
Está más que demostrado que el empoderamiento de las mujeres y las niñas tiene una enorme influencia en la sociedad, además de que consolida el crecimiento económico y el desarrollo sostenible a nivel mundial. El problema es que veo y vemos cómo la discriminación y violencia que genera la desigualdad mellan no solo el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible sino la vida de millones de mujeres que todos los días intentan aprovechar las oportunidades, cumplir con sus metas y ayudar a las personas que las rodean.
Hay que asumir que el cumplimiento de este objetivo supone vencer diversos obstáculos, en contextos distintos y en situaciones imprevistas, a veces sumamente difíciles. Por eso es necesario sentar una base jurídica y legal que garantice los derechos a todas las mujeres.
Por ejemplo, en el año 2014, había 143 países que reconocían en sus constituciones la igualdad plena entre mujeres y hombres, pero 52 naciones aún no garantizaban este derecho humano, según ONU Mujeres. Esta discriminación jurídica afecta directamente la identidad de las personas y su capacidad para tomar decisiones, al no ser consideradas sujetos con todos los derechos de los que gozan los demás.
Ésta es una más de las razones por las que es necesario combatir la desigualdad de género, ya que en muchos países, incluido México, la discriminación hacia las mujeres permanece adherida a una infinidad de normas jurídicas y de prácticas sociales, como el que las remuneraciones que percibe el promedio de las mujeres trabajadoras son 24% menores a las que perciben los hombres a nivel mundial.
No obstante, uno de los obstáculos más arduos de solventar es la violencia que, en mayor o menor medida, sufrimos todos los días miles de millones de mujeres a nivel mundial. De acuerdo con ONU Mujeres, “la violencia contra las mujeres es una pandemia que afecta a todos los países, incluso a aquellos que han progresado notablemente en otros ámbitos”.
Si consideramos que el 35% de las mujeres a escala mundial ha sufrido violencia física o sexual por parte de un compañero sentimental o de una persona distinta y vemos que hay alrededor de 3,650 millones de mujeres en todo el mundo, entonces podemos llegar a la conclusión de que más de 1,000 millones de mujeres se han visto expuestas a una situación de este tipo de violencia, la más atroz.
La integridad de las mujeres está en riesgo y la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030 atiende esta preocupación. Creo firmemente que el empoderamiento de las mujeres es el arma más efectiva para acabar con la discriminación que vivimos en prácticamente todo el mundo. Cada vez estamos más cerca de que llegue el plazo para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y por eso debemos transformar nuestras formas de convivencia con una visión a largo plazo. ■
