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martes, 23 abril, 2024
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Lo ordinario y lo posible

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Aquí estamos, asistimos a un despliegue interminable de recursos por acallar lo que sucede sobre todo si se percibe por el “poder” como non grato o terrible. Las comillas indican la arbitrariedad de ese “poder” y su consecuente uso arbitrario ante cualquier cosa que lo interpele o se interponga, la nota de La Jornada de ayer 10 de abril de 2017 revela lo anterior, al grado de, vaya fortuna, solicitar la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al Gobierno de California que proteja al semanario “Zeta”.  Tan reciente el asesinato de Mirosalva Beech, la colaboradora de La Jornada, en este mismo diario se  informa que “un grupo de investigadores de México y Estados Unidos informaron que un presunto líder de la delincuencia organizada regresó a la ciudad de Tijuana con la intención de restablecer una organización criminal y “acabar con el semanario Zeta”, medio de comunicación con una amplia trayectoria y reconocimiento en esa ciudad fronteriza del estado de Baja California.”

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Bien por la denuncia – anticipación de la CNDH y la solicitud referida al gobierno de BC para que proteja al semanario ‘Zeta’. Pero, como bien señala José Antonio Román, en su entrega de ayer| lunes, 10 abril 2017, el organismo nacional destacó que ésta no es la primera ocasión en que el reconocido semanario de Tijuana recibe amenazas de la delincuencia organizada. ¿De qué se trata? De lo mismo, una reiterada omisión por parte de las autoridades: “La libertad de expresión en México enfrenta desde hace muchos años una situación de especial gravedad ante las amenazas, atentados y homicidios cometidos en contra de periodistas en distintas regiones, por lo que todas las autoridades deben cumplir con sus obligaciones en materia de prevención, investigación y sanción de este tipo de agresiones, pues de lo contrario no podremos transitar como país hacia la democracia a la que todas y todos aspiramos y merecemos”, señaló la Comisión Nacional.

Más claro no puede estar: criminalidad y crimen, no como rémoras, sino como formas y medios políticos de retrasar la democracia y de impulsar y fortalecer su prevalencia como oriente y forma de hacer política, una en la que sean sometidos esos sectores y actores disfuncionales que con arbitrariedad, dinero y armas sostienen una disfuncionalidad criminal que impide hacer política prodemocrática y vivir en paz, con honradez, para poder apuntalar una democracia que de otra forma, la criminal, no podrá avanzar, ni consolidarse, pues nada impide tampoco, desde la criminalidad, sabotear a la democracia. ¿En cuántos lugares del país sucede esto y en cuántos sucederá, durante las cada vez más cercanas, elecciones presidenciales, mismas que pueden ser definitorias o no de inaugurar una temporalidad más auténticamente democrática para todos los mexicanos?

La diversidad misma, prevalente a nivel nacional, es un reto en cuanto a las posibilidades de hilar y tejer, desde hoy, la trama que sostenga una acción política, económica y cultural, más proclive a la democracia que al autoritarismo. ¿En cuáles actores políticos está y estará el poder desplegar una política como ésta, promisoria de la tan anhelada democracia en México y la haga triunfar como proyecto en las próximas elecciones federales?

Proceso curioso y contradictorio, porque si algo falta luego, para hacer triunfar una lucha así, es el despojarse y moderar lo propio, el punto de vista propio, para poder asimilar y procesar lo ajeno. Y lo ajeno puede ser un mundo de carencias insolubles, además, no de otro modo, que del modo político democrático y este es el punto, ¿cómo neutralizar, cuando menos, el modo político autoritario, evidente u oculto en los símbolos democráticos, agitados como vocablos, con tanta estridencia y colorido, como se crea necesario para ver si por la insistencia y fastidio, no se dará cuenta la gente, al final, a quién dio su voto, a qué siglas y programa político, cuyo tríptico puede estar muy bien editado.

La pobreza, la carencia, la insuficiencia que sea, en momentos puede ser tan contundente que por eso mismo, ni se sepa al final, por qué motivo se cruzó la papeleta electoral. Estamos a tiempo de deliberar en estos días, de quietud y piedad, por un lado, o de fiesta y estruendo por el otro. La justa vacación ayuda, aún sin saberlo uno bien, del todo.■

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