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sábado, 20 abril, 2024
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El fusil que es el libro

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 237 / Promoción de la lectura

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Hoy, lunes 14 de marzo de 2016, se podrán consultar, en la página de la Secretaría de Educación Pública los cursos y capacitaciones para los maestros en servicio. Sin duda una de las áreas de mayor demanda será –porque así lo manifiestan aquellos docentes que acuden a la Biblioteca Central, o con este servidor- la lectura: ¿cómo hacer que los chicos lean?, ¿cómo le hago para que comprendan?, ¿qué puedo hacer para que mejoren en PLANEA?, son algunas de las interrogantes que acompañan las solicitudes. En los últimos meses se ha agregado una modalidad más: la charla con madres y padres de familia.

De acuerdo al comunicado emitido por la propia SEP, las capacitaciones estarán a cargo de instituciones, normales y universidades reconocidas nacionalmente. No tengo duda que la oferta de formación sea de calidad, sin embargo, estoy casi seguro que seguirá partiendo de supuestos que no se cumplen. El primero de ellos es que los docentes tienen una práctica regular de la lectura autónoma. Desde luego que, como en todo, hay distintos acercamientos a la lectura. De tal manera que lo mismo encontramos lectores consumados (ellos no solicitan los apoyos enlistados al comienzo de este escrito), lectores que van a los libros de una manera regular, pero sin que sus lecturas impliquen un esfuerzo intelectual con un poco más de exigencia y los que no leen, pero repiten de memoria frases célebres en torno a la lectura (éstos son los que anhelan fórmulas mágicas, de dos horas).

Convencido estoy, ahora, de la validez de los argumentos en contra de la lectura. Es decir, puedo entender que existan personas que no les guste leer, y también sus motivos. Lo grave, me parece, es que esas mismas personas sean quienes estén al frente de dependencias, programas e instituciones que promuevan la formación de lectores. Esta misma escena se reproduce en las aulas.

Ahí hay un problema porque, por más capacitaciones, títulos y grados académicos que ostentes los docentes, si no explotan su experiencia lectora, no avanzarán. Por otro lado, pero en el mismo sentido, encontramos los problemas de comprensión lectora (así, en plural). Erróneamente se cree que es un solo problema. El riesgo es que no se puede diagnosticar cuál es el apoyo que requiere el lector. De ahí que creo una imperante necesidad dar a conocer a los maestros cómo funciona la lectura y cuáles son los problemas a los que se puede enfrentar un lector para comprender un texto.

Guardado las distancias, hago las siguientes analogías: un mecánico sabe cómo funciona un motor, un médico sabe cómo funciona el cuerpo humano y sus sistemas. Desafortunadamente son pocos, muy pocos los docentes que saben cómo funciona la lectura. Son soldados enviados a una guerra a la cual no quieren ir, y mucho menos, se sienten cómodos con el fusil que es el libro. Bajo estas circunstancias y reiteraciones seguiremos buscando cómo formar lectores en las escuelas y cómo mejorar los indicadores, que en última instancia es lo que importa.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-237

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