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jueves, 28 marzo, 2024
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29 años de Maestro

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

El próximo sábado 15 de Octubre cumplo con un año más de servicio en mi amada Unidad Académica de Derecho de la Universidad Autónoma de Zacatecas “Francisco García Salinas”, llego al vigésimo noveno aniversario en la docencia con mucho agradecimiento, con más experiencia y entusiasmo, como si fuera el primer día, y es que ser maestro es lo que más me gusta en la vida; las aulas son mi trinchera desde la que trato de inspirar a mis alumnas y alumnos; los salones de clase constituyen aquellos escenarios desde donde dibujo presentes y futuros posibles, partiendo de la idea de que el Derecho es la única vía pacífica para lograr la transformación de México. Reconozco que existe una profunda crisis del Sistema Jurídico y del Estado de Derecho; confío en que habremos de transitar a una cultura de la Paz, en la medida que la pobreza y la corrupción disminuyan. Recuerdo a lo largo de estos años a muchas alumnas y alumnos que han dejado huella en mí, de muchos de ellos fui confidente y amigo aparte de Maestro; siempre interpuse a la persona por sobre todas las cosas, nunca dije que NO a un permiso o a una prórroga de un examen; jamás humillé a ningún joven por no saber determinado cuestionamiento; nunca llevé mis problemas personales para desquitarme con el alumnado; la soberbia nunca apareció entre clase y clase pues de eso no se trata la relación alumno/maestro; más bien, siempre he sido como me hubiera gustado que fueran algunos de mis maestros, aunque bendito el Universo tuve muchos excelentes que me formaron, me inspiraron y a los que guardo un espacio en mi corazón de docente. Como Maestro soy el resultado de mis alumnas y alumnos, yo he aprendido mucho más de ellos que ellos de mí. Al llegar a mi alma mater experimento un gran orgullo, camino los mismos pasillos que recorría cuando era estudiante de escasos recursos, en aquél entonces con más copias que libros, con más sueños y esperanzas que dinero en los bolsillos. La Facultad de Derecho forma parte de mi vida, Prometeo ha vigilado mi actuación como estudiante y como profesionista; hoy todavía puedo verlo de frente, pues aunque no soy un santo, jamás he cometido conducta alguna que me haga distraer la mirada hacia el horizonte. Gracias a Dios y a Ganesh, soy Maestro dentro y afuera de la escuela, pues el saludo de banqueta a banqueta, desde el carro en el que van mis alumnos, los abrazos en los juzgados, Fiscalía, dependencias de Gobierno, antros y otros espacios culturales, me hacen sentir un gran privilegio, me siento muy querido por la comunidad universitaria, tanto por alumnos y egresados, pues hemos edificado una relación en muchos casos estrecha, fraterna e inquebrantable. A lo largo de este tiempo he sido testigo de cómo están cambiando mis alumnas y alumnos, muchos de ellos grandes profesionistas que me han superado y eso es algo extraordinario, pues es el significado de que he cumplido con la modesta parte que me toca en su formación; solo les pido que sean humildes, honorables y generosos con sus servicios para los que menos tienen. A lo largo de mi carrera como universitario he recibido muchos reconocimientos que orgullosamente he atesorado, pues todavía le rindo resultados a mi Madre y cada triunfo lo comparto con ella, pues soy el resultado de su esfuerzo y el de mi amado Padre; fracasos no he tenido y si los hubo los guardé seguramente en algún rincón. Soy un orgulloso Maestro de la UAZ que ha abrazado causas de los alumnos y alumnas, de pobladores del semidesierto, de hermanos indígenas, de damnificados por fenómenos naturales, incluso de bienestar animal y protección al ambiente; estoy convencido de que los universitarios somos factor de cambio social en la medida que nos alejemos del elitismo y la frivolidad. A estas alturas del camino, el que escribe refrenda su compromiso con la docencia y la investigación, espero contribuir por más años a la formación de nuevas generaciones de Licenciados en Derecho, en la medida que mis capacidades estén plenas y dignas de mis alumnos, pues es a ellos a quienes nos debemos como maestros. En este 29 aniversario agradezco con mucho cariño a mis compañeros de trabajo, directivos, docentes y administrativos, que para mí, valen exactamente lo mismo, pues su amistad y compañerismo son invaluables. Extraño, y me duele en el alma, la ausencia material de entrañables amigos y lamento que la jubilación de otros más, limite nuestra coincidencia en los espacios universitarios. Finalmente, agradezco desde lo más profundo de mi alma esta nueva oportunidad de celebrar un año más de vida académica. Gracias, gracias y muchas gracias.

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