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martes, 23 abril, 2024
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La imagen, primer paso para convencerte de que hay algo más que esta realidad: Eko

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Por: ALMA RÍOS • Araceli Rodarte •

■ En la coyuntura social de hoy la gráfica y el arte están de espaldas a las cosas, señala el artista

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El poder emancipador de la gráfica, procede de ser la imagen “el primer paso para convencerte de que hay algo más que esta realidad”, dijo Héctor de la Garza Bartozki, Eko, en conversación con Carlos Navarrete dentro del programa Acentos, de La Jornada Zacateca TV.

Esto, agregó el dibujante y grabador, genera un cambio de conciencia que tiene su origen en la seducción que la belleza produce en el ojo.

En su metáfora, el ojo sigue como el gato a un cordón, a la línea, a la que el artista propuso como una “transrealidad”. El proceso se completa con la apropiación de la imagen ya sea bella o terrible, por el receptor.

Entonces, dice, “la gráfica está llena de posibilidades”. Una de ellas, fue empoderar a las religiones, pues dijo,  no tendrían el poder que tienen hoy si el arte no hubiera servido de foco de la devoción, y si en cambio, se hubieran mantenido en el nivel de lo abstracto.

Recordó entonces a la Biblia editada por Gutenberg en su incipiente imprenta, y precisó, “la gráfica tiene un origen transgresor y revolucionario”. Los primeros grabados realizados en madera surgieron en Europa.

De repente, dijo, un peón tuvo acceso a una imagen, “la tienes y es tuya. Ya no es del obispo ni del rey, es tuya”.

Relató a una Iglesia histérica porque antes de esta edición, sólo existían los libros incunables a los que accedían unos cuantos privilegiados y los nobles. “La imprenta empieza a sacar grabados, libros…y eso hace una revolución de conciencia increíble”.

Pero no solamente la religión se empoderó con la aparición de la gráfica, sino también el artista, “porque tu obra se multiplica de una manera inesperada”.

Así, en este origen transgresor que traslada la propiedad privada, privilegiada  y personal a muchos más ojos para modificar conciencias, encuentra su esencia la gráfica, dijo Eko.

Hoy, propuso por su parte Carlos Navarrete, la realidad mundial y entre ella, la mexicana, podrían ameritar grandes obras de arte, y por tanto creaciones gráficas, “¿pero las hay?”.

“Nooooo, no. O sea aquí me pongo a aullar contigo Carlos. Ve lo que hemos vivido los últimos diez años, ve estos momentos extrasociales que estamos viviendo, ve esta increíble ola de violencia y de crueldad en la que está metido el país”.

Con este estímulo Eko enumeró las ausencias: ¿Dónde está nuestro Goya para hacer, parafraseó el título de una de sus obras más celebradas,  Los desastres del canibalismo y la perversión de la sociedad mexicana, ¿dónde está Otto Dix con su Der Krieg (La Guerra)?, ¿qué estamos haciendo, dónde está la gran gráfica? No. Estamos haciendo ahí pelotas ponchadas”.

Aseveró en esta coyuntura, la gráfica y el arte todo están de espaldas a las cosas, “cuando es el arte el que nos puede reivindicar y nos puede llevar a tener un poco de dignidad”.

Todos los días, dijo, al abrir las páginas del periódico o ver la televisión, “te sientes humillado como ser humano por las cosas que hacemos nosotros. No es cierto que son los narcos contra los mexicanos. No es cierto. Somos los mexicanos los que nos estamos haciendo toda esta mierda”.

Para abordar, lo que el arte mediante la gráfica ha significado, Eko hizo una revisión histórica mencionando su función en los movimientos sociales. La Revolución Francesa, dijo citándola entre otros ejemplos, “se fraguó gracias a ella”.

“La imagen que tenemos hoy de la Revolución Francesa es toda esa generación de grabados y de lenguaje que se hizo en ese momento”.

También del siglo 18 trajo a colación por su lenguaje transgresor, al erotismo, que dijo es además uno de sus grandes temas, mismo que obtuvo su sello por excelencia en esa época, pues fue cuando se estableció como escuela “y en la cabeza y el inconsciente”. El siglo 19 agrego, fue uno de revoluciones en búsqueda de emancipación social y fueron los artistas quienes dieron a esas inquietudes “una cara”.

Iniciando el siglo 20, agregó, fueron éstos quienes recuperaron a la gráfica, para entonces ya integrada y cooptada por la industria editorial, para expresarse ellos mismos y hacer coincidir su obra con el movimiento social, fue una manera de regresarla a los creadores y dignificarlos como autores.

Al momento, este tipo de manifestación “era absolutamente despreciada” y los grabadores eran considerados artesanos, simples obreros, dijo.

“Yo artista, yo autor, voy a tomar este medio humilde, proletario para hacer mi trabajo” y entonces agregó, empezaron a romper moldes al surgir en Europa el expresionismo, plasmar el erotismo y revolucionar la estética de aquel momento.

En México, Posada fue más allá de la narración del artesano y empezó a meter en el grabado su propia imaginería. Recordó sus calaveras bailando, que cree inspiradas en la danza de la muerte europea que el mexicano habría tenido la oportunidad de admirar en alguna colección privada, o en vehículos como el zacatecano Julio Ruelas, mismo al que calificó de extraordinario artista y quien además murió, expuso, “en la abyecta pobreza, como debe ser el destino de los grandes artistas”.

A la par estaban los artistas alemanes y de toda Europa. “Empiezan a generar una gráfica rompedora, están resquebrajando cosas”, y la manifestación, vuelta propaganda “se vuelve peligrosa”.

“Aquí en México en esa misma época se están dando de balazos, conquistando la ciudad de Zacatecas a cañonazos. Estalla la Revolución, cuatro años antes aquí el movimiento social ya es una realidad”.

El dibujante y grabador genera un cambio de conciencia que tiene su origen en la seducción que la belleza produce en el ojo, manifestó Eko durante la charla sostenida para el programa Acentos, de La Jornada TV ■ FOTOS: MIGUEL ÁNGEL NÚÑEZ

El maestro Posada, dijo, entonces perteneciente a una industria reaccionaria, pues eran sus jefes y su mercado aquellos que se asustaban con Zapata, con Madero, empieza a ilustrar e imaginar escenas de la Revolución Mexicana e incluso a copiar en sus grabados, íconos de Casasola, como la soldadera.

Esta paradoja produjo el que luego de culminada la lucha armada, posteriormente a los años 20 del siglo pasado, se diera su rescate, “y hoy Posada es nuestra Revolución, de hecho hoy Posada es nuestra identidad. Esa es la gráfica”.

En esta misma tradición Eko realizó con Paco Ignacio Taibo la novela gráfica Pancho Villa Toma Zacatecas, de cuya hechura se muestran actualmente una colección de 22 grabados en Centro Cultural de Palacio de Gobierno.

Rechazó incluso mentalmente utilizar para su realización, recursos como el Photoshop o cualquier plataforma de software actual, sino utilizar el mismo “el lenguaje que conmovió al planeta, el medio que conmovió a la sociedad, nada más”.

Como una anécdota de las provocadas por la aparición de este trabajo conjunto con Taibo 2, recordó que desde el país Vasco, los editores de la Iguana, un suplemento editorial de un periódico de amplio tiraje y la radio española, se comunicaron con él para preguntarle lo que pensaba sobre la situación por la que atraviesa aquel país: entre otros fenómenos, los despidos masivos y los recortes a las pensiones de los jubilados.

Sorprendido porque los cuestionamientos no eran de orden estético sobre su obra, y luego de reflexionar que el lenguaje de la gráfica es tan auténtico que va más allá de la novela, los instó a “subirse al tren de Pancho Villa y conquistar de nuevo Zacatecas”.

“Fusilen a toda esa bola de cabrones en el paredón. Todo ellos, como hizo Pancho Villa. A mí me conmueve mucho pero me confirma lo que yo decía: hay que regresar a la obra gráfica como siempre ha sido”.

Para responder a la pregunta de Carlos Navarrete, ¿dónde se encuentra hoy el sitio de la gráfica, atrás de un vidrio, quizás decorando el despacho de algún funcionario?, el artista respondió que el grabado siempre tiene que trabajar “para ti lector, para ti espectador”.

Recordó ahora al Taller de la gráfica popular cuya figura emblemática fue Leopoldo Méndez, dijo  todavía en 1968 realizó “ese ícono extraordinario de una cara que tiene una máscara que es una enorme cadena” y su vínculo con el sindicalismo mexicano.

Luego se situó en el México de los 30, el de la postrevolución que “todavía olía a pólvora”. Vino luego en el arte La Generación de la Ruptura y la escuela del Taller de la Gráfica Popular y aún el Muralismo mexicano, quedaron “absolutamente desprestigiados”, comentó.

Hoy lo sensacional dijo, “es el arte conceptual, La caja vacía de Gabriel Orozco (…) ¿O sea ya?, ¿ya nos democratizamos, ya nos democratizamos, ya nos emancipamos?”.

Para Eko este momento del país, es el indicado para que la gráfica “trabaje para algo”, pues señaló, “no es un adorno en tu casa, no. La gráfica es el instrumento de siempre”.

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