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jueves, 28 marzo, 2024
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Jauja, en la Patagonia con un danés perdido; cinta que integra la selección oficial de Cannes

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

■ El filme de Lisandro Alonso cuenta con la interpretación estelar de Viggo Mortensen

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■ Busca creador que los espectadores tengan la curiosidad en la pantalla para hacer viajar al ojo

“Crear una película –pintarla- en la que cada plano y cada escena ofrezca el tiempo suficiente para que el espectador seleccione en dónde poner sus ojos de entre todas las imágenes que ahí aparecen”, es la razón por la que el ritmo y el espacio de la cinta dirigida por Lisandro Alonso sea tan quieta y pausada.

Jauja es el filme de Alonso que aparece en la Selección Oficial dentro de la Categoría Una Cierta Mirada del 67 Festival de Cannes y que cuenta con la interpretación estelar del actor estadunidense de ascendencia danés, Viggo Mortensen.

La historia se sitúa a finales del siglo 19 en la patagonia argentina, en donde un general danés acompañado por su hija quiere regresar a Dinamarca tras haber fracasado en la búsqueda de la mítica ciudad de Jauja, sin embargo, la milicia local, la pasión y el desierto patagónico lo bascularan en el delirio.

La cinta tomó cinco semanas de rodaje –un a finales del año 2012 y cuatro más a mediados de 2013- y no requirió de un gran presupuesto; lo complicado, según nos comentó en entrevista exclusiva Alonso, fue elegir a un actor que escapara a interpretaciones políticas del público, porque seleccionar a algún estadunidense, alemán o italiano se hubiera podido tomar con una relación histórica directa al contexto de la película y se eliminaría el sentido místico que ella debería de causar. Por dicha razón se decidió por Mortensen (A dangerous method, 2011, David Cronenberg) un danés “perdido en la Patagonia que daría más curiosidad a la cinta”, comentó Alonso.

De esta manera Alonso consiguió armar un relato algo exótico “entre la Patagonia, un danés, los barcos… quería contar la historia de mostrar como un padre sobrevive a la desaparición de su hija, hacer un juego cinematográfico, de tiempos, espacios, y géneros, y con todo eso mezclado ver qué podía crear de nuevo en mi película”.

Las tomas de Alonso sobre la Patagonia son amplias, muy amplias, parecen pinturas planas de una sola dimensión; sin embargo, de repente algún personaje aparece caminando o galopando sobre un caballo, entra al cuadro por un costado y comienza a trazar una línea perpendicular, como un punto de fuga, y construye la profundidad del espacio.

En ese misma toma se escucha el trinar de algún pájaro, el viento que choca contra las rocas; repentinamente alguna taza de café raspa la mesa y de vez en cuando algún diálogo de humanos corta la monotonía, el tiempo parece no avanzar, es un eterno presente el que se vive en la naturaleza salvaje.

Así, el tiempo y el espacio, construidos con dicha parsimonia pueden generar dos reacciones: una, la que vimos en los espectadores sentados a nuestro lado, la somnolencia -“porque es verdad que no genera entusiasmo inmediato”, palabras de Alonso- ; o, dos, la que busca Alonso, la curiosidad en la pantalla para hacer viajar al ojo. Resta ver qué opinan los espectadores cuando salga en salas de cine y por supuesto, los jurados.

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