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martes, 23 abril, 2024
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De dónde vienen las cosas

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Por: LUCÍA DE LEÓN •

la Tierra tiene 4.6 billones de años, en una escala de 46 años, los humanos han estado 4 horas, la revolución industrial inició hace 1 minuto, y en ese tiempo, hemos destruido más de la mitad de los bosques”: Greenpeace.
Alimento, techo y vestido son tres de las necesidades básicas del hombre, la Tierra nos ha dotado de lo necesario para satisfacerlas, sin embargo el ciclo de consumo, la contaminación, la desigualdad social, y la creciente demanda, han puesto el futuro del planeta y de las generaciones venideras en riesgo.

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¿De dónde vienen los productos que consumimos y qué impacto tienen en el planeta? ¿Cómo es la cadena de producción? Preguntarnos esto e investigar la respuesta puede ser la diferencia para marcar un cambio positivo en el mundo.
Todo lo que consumimos viene de la tierra y es importante ir más allá del producto terminado para ser conscientes de los procesos que lo generaron. Pongamos un ejemplo, el caso del la ropa sintética y la ropa de algodón (u otras fibras de origen natural) necesarias para la producción de vestido.

En el aspecto económico: el algodón en Asia es un cultivo predominantemente de los pobres, proveyendo la principal fuente de ingresos de más de 100 millones de granjeros, a baja escala, de bajos ingresos. El algodón procesado provee de trabajo a millones de trabajadores de las fábricas, muchos de ellos mujeres.
Elegir fibras naturales puede impactar en la vida de millones de productores. La producción, procesamiento y exportación de ellas son de gran importancia económica para muchos países en vía de desarrollo y vital para la subsistencia y la seguridad alimentaria de millones de pequeños agricultores y procesadores.

Entre ellos se incluyen 10 millones de personas en el sector del algodón en Africa central y occidental; cuatro millones de pequeños agricultores de yute en Bangladesh y la India; un millón de trabajadores de la industria de la seda en China, y 120 mil familias de pastores de alpacas en los Andes. Al optar por las fibras naturales que impulsan la contribución del sector al crecimiento económico y a la lucha contra el hambre y la pobreza.

En el ámbito ecológico, las fibras naturales son un recurso renovable por excelencia. Cosechar una tonelada de fibra de yute requiere menos de 10 por ciento de la energía utilizada en la producción del polipropileno utilizado para crear fibras sintéticas. Y al final de su ciclo de vida, las fibras naturales son 100 por ciento biodegradables. A diferencia de las ropa sintética, resultado de modificaciones químicas que son contaminantes.

Distintas casas de moda se han sumado a la nueva conciencia ecológica promocionando líneas de ropa “verdes” que moderan el uso de insecticidas, para no contaminar el suelo en los cultivos, hasta el uso de colorantes naturales que no sean nocivos. Tal es el caso de Stella McCartney, o Valentino con una política de compras que implica cero deforestación y una política cero para la producción textil. A diferencia de otras firmas como Chanel y Dolce&Gabanna que según un informe de Greenpeace publicado en febrero de 2013 no respondieron las solicitudes de esta ONG, lo que les valió ser calificados como “no dispuestos a tomar en cuenta los intereses de los consumidores”.

Las empresas no son las únicas responsables del impacto en el mundo, también los consumidores generamos impacto. Cuestionar de dónde vienen las cosas puede marcar la diferencia para construir el mundo. Un mundo donde la preservación ambiental se armonice con el desarrollo económico y social del país. Preguntarnos de dónde vienen las cosas es una estrategia que puede favorecer la inclusión y el desarrollo sostenible. ■

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