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sábado, 5 julio, 2025
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¿Quién le presta el puño a Nuño?

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Por: QUITO DEL REAL •

Opino que el actual proyecto de educación básica en México no tiene pies ni cabeza, porque la calidad de la Reforma Educativa, y la relación entre el Estado y el magisterio, carecen de consistencia política para fortalecer e imprimir seriedad a un programa que, según los discursos del presidente Peña Nieto, es de trascendencia histórica.
En los tiempos corrientes, es redundante abundar en un discurso educativo que reitera en los tópicos de la modernidad, la innovación y la competitividad, cuando el dirigente de la Secretaría de Educación Pública, el bisoño Aurelio Nuño Mayer, acomete los conflictos con persecuciones, discursos altaneros, expulsiones arbitrarias y golpes a granel.
La ruta extraviada del señor secretario
¿Cuáles son los poderes ocultos que conminan a los dirigentes y funcionarios estatales más jóvenes, a actuar con impunidad y a despreciar a los trabajadores?
Las nuevas promociones de funcionarios que disfrutan el mareo de una carrera meteórica en la administración pública, creen ser originales y excepcionales cuando olvidan la historia patria, sobre todo los capítulos donde los dirigentes educativos de la fase constructiva posrevolucionaria, mantenían una expresión mesurada frente a los maestros y anteponían salidas laterales para evitar choques imprudentes con ellos. En la actualidad, el asunto corre por senderos atípicos, susceptibles de tocar los tambores de guerra en todo tiempo y lugar.
El señor Nuño puede decir lo que desee, lo cierto es que sus intervenciones públicas e hilo discursivo delatan la inestabilidad de su aparato de ideas, donde la amalgama de la iniquidad y el amedrentamiento es el recurso habitual con que decidió combatir a miles de maestros de la CNTE de muchos estados de la república, a los que no invitó en su momento para completar un proyecto de reforma educativa consensuada y sólo los llamó al final, para negociar las partes de relleno de las leyes reglamentarias. El trasfondo patronal de su propósito, exige mantener el control vertical en las filas del magisterio.
Esta reforma que busca competitividad, innovación y modernidad, para hacer del país un espacio de felicidad y progreso, no puede insinuarse en las jornadas donde imperan los golpes, y se acude a la vigilancia extrema de los maestros, para someterlos con la ayuda de la fuerza pública.
Lo que afirma el señor Aurelio Nuño acerca de su proyecto reformador, son paparruchas. Si desde antes, como país dependiente y subdesarrollado, estábamos condenados a no tener boleto en la fiesta del mercado mundial de la innovación y la competitividad educativa, ahora menos, cuando los leñazos están por encima de los saberes, las competencias y las habilidades.
La visión de Nuño no es genial, ni siquiera interesante. Para superar el estrecho marco educativo de un país al que se le impuso una vocación maquiladora, no buscó inspiración en los fundadores de la tradición educativa mexicana; nunca leyó seriamente los textos educativos de Vasconcelos, Yáñez o Torres Bodet. Tampoco mostró un rato de interés para observar los murales de Diego Rivera en el edificio de la SEP; ahí podría rescatar algo del pundonor y el orgullo de los maestros, frente a la mirada escrutadora de las fuerzas clericales y de derecha, durante la guerra cristera.
La soberbia y los discursos altivos de Nuño Mayer
Ya, a su debido tiempo, aparecerán los estudiosos de la historia de la educación, para explicar los atajos de las propuestas de Aurelio Nuño Mayer.
Por ahora, se puede corroborar que en su proyecto sobre salen las ideas corporativas de control, asepsia y vigilancia, sin ofrecer condiciones para garantizar un alto registro de la producción científica e intelectual del país. El lector atento y acucioso podrá advertir, después de un examen de las tesis principales de los dirigentes educativos de los países totalitarios de la mitad del s.XX, que en la idea central de Nuño predomina un tufo conservador, tiránico y atrasado, que no encaja con la grandiosa idea de reconstruir y defender a la patria, mediante la consolidación de conciencias críticas, educadas, democráticas y maduras.
Muy pronto, el señor secretario se verá impedido de asimilar los requerimientos más logrados de la modernidad. En efecto, él ignora que la modernidad es nada sin el diálogo, sin el trabajo colectivo y colegiado, sin hondas tradiciones democráticas, sin el respeto al otro y sin un trato de iguales.
El licenciado Nuño Mayer desdeña y castiga las voces de protesta. Ahora aplicó con rudeza una evaluación a los maestros, sin conocer previamente el nivel profesional de los evaluados; fuera de ello, para lograr perniciosamente el silencio y muchas complicidades, otorgará premios a los mejor evaluados, por encima del escalafón y la antigüedad. Ante la falta de medios políticos, Nuño responde con el recurso vulgar de dividir a los profesores.
A mí me da la impresión de que, finalmente, lo que busca Nuño y el Gobierno Federal no es una Reforma Educativa seria, de penetrante consecuencia estratégica. En su fraseo y gama de acciones se trasluce la inquietud de someter al magisterio a como dé lugar. Haberlo dicho.
Esta no es, entonces, una confrontación donde se zanja la calidad de la Reforma Educativa. Con golpes e imposiciones no se mejora, ni se mejorará, la enseñanza. Ahora bien, ¿quién convenció a Nuño para hacer renunciar a Emilio Chuayfett y asumir con el puño crispado esta Cruzada, donde los moros son los maestros más pobres, sobre todo del sureste del país?
Está documentado que el agrupamiento Mexicanos Primero, influenciado por la furiosa ideología anti-obrera de Claudio X. González, tiene una gran ascendencia política en el gobierno de Enrique Peña Nieto. Efectivamente, en la perspectiva de establecer, con nuevas ventajas comparativas, un espacio para garantizar la sobre explotación de los trabajadores, Mexicanos Primero difunde un discurso cuasi-académico, donde insiste en su proyecto de implantación de un sistema de educación reductivo, memorista, sin crítica ni imaginación.
Lo que se pretende es hacer realidad el viejo sueño de superar su crisis con mano de obra calificada y barata, cubrir los mercados que demandan competitividad y obediencia de la fuerza de trabajo, y mantener una elevada tasa de ganancia.
Opino que es pobre la trascendencia del proyecto de Aurelio Nuño. El secretario de Educación Pública actúa con inconsciencia juvenil, como un kamikaze, porque aún no mide las profundas implicaciones políticas que enseña su reforma educativa a los trabajadores mexicanos.
Nuño corre el riesgo de ser sacrificado, en corto plazo, por el fuego amigo que pretende usurparle su posición dirigente. Pero él porfía en marchar a toda costa, con un cuchillo entre los dientes, porque cree con vehemencia y delirio que lo aguarda la presidencia de la República.

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