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lunes, 21 abril, 2025
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10 años apoyando al semidesierto

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ • admin-zenda • Admin •

Con mucha satisfacción cumplimos en este mes de octubre, diez años de haber emprendido una jornada de apoyo permanente a las comunidades del semidesierto de Zacatecas. El inicio, fue motivado por una declaración hecha en un diario local, donde se afirmaba que había comunidades que tenían hasta dos años sin agua. Formalizamos un proyecto de investigación inherente a la problemática del agua y me hice acompañar por mis alumnos de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ. En aquella ocasión, el panorama que descubrimos fue peor de lo que la noticia mostraba en primera plana; aplicamos encuestas y entrevistas efectuadas por mis muchachos, lo cual, facilitó un trato directo con las personas. Ese día, corrieron a mi encuentro varios jóvenes quienes me llevaron a conocer a un niño postrado en su cama con parálisis cerebral a quien, a decir por su madre, periódicamente le daban convulsiones; sus pies se encontraban doblados y en su rostro no dejaban de pasearse las moscas. La casa donde vivía este chico de apenas diez años era de adobe, los techos de carrizo con hule y ahí convivía con su otro hermano al cual apodaban bigotes mismo que padecía un soplo en el corazón y un problemas endocrinólogo que le impedía crecer, ambos hermanos padecían junto con los demás integrantes de la familia, una pobreza extrema que se agudizaba con la carencia del agua. Se respiraba un ambiente triste y los ojos de los pobladores eran de incertidumbre, pues no sabían porqué un grupo de universitarios se encontraba en aquél lugar tan olvidado. Tiempo después, la madre de esos niños se me acercó y me dijo que ella había rezado mucho para que algún día llegara la ayuda y mejoraran las cosas, por azares del destino llegamos nosotros. También encontramos a otro jóven con problemas de parálisis cerebral que tenía dos anhelos en su vida: hacer su Primera Comunión y tener una piñata del hombre araña, además, le gustaba la música de Antonio Aguilar y pues, le llevamos en una segunda vuelta, una piñata que Ruth, una compañera de Derecho había gestionado, además le regalamos una grabadora con un CD de los éxitos de Tony que escuchó hasta el cansancio, después la madre del jóven Eridan, logró que el párroco autorizara su Primera Comunión que hizo junto con otros niños del lugar. El primer día que fui a la Comunidad Tanques de Guadalupe, Mazapil, compartí con mis alumnos las experiencias del viaje, estábamos frustados y pasábamos saliva entre los nudos de la garganta; ante ellos, adquirí el compromiso unilateral de no abandonar esa comunidad y hacer todo lo posible por contribuir en la solución de sus múltiples problemas ya que incluso, en materia de la nula disposición del agua, los pobladores bebían de un bordo y una pileta con agua verde. En lo personal, me sentía agraviado por ver tanta marginación y miseria, lo cual contrastaba con el perfecto estado en el que se ecuentra el camino para llegar, entonces mi sentido común no encontró otra lógica que la indiferencia gubernamental, pues a decir de los habitantes, ni siquiera los políticos llegaban a contar sus mentiras ni a ofrecer nada, ya que no representaban muchos votos para nuestra opulente democracia, así que se los llevaban a San Tiburcio para ofrecerles promesas de progreso que muy pocas veces llegaron, ya que además las despensas que mandaba el gobierno estatal, les eran vendidas supuestamente para sacar para la gasolina. Muchas cosas han pasado en estos diez años en el que hemos vinculado a cientos de alumnos de la Unidad Académica de Derecho con la causa del semidesierto, esto con la esperanza de formar tomadores de decisiones con más sensibilidad humana y menos simulación, pues está visto que se hacen muchas obras innecesarias y en donde está el mayor número de votantes. Con mucho orgullo, puedo afirmar que esa comunidad fue distintinta desde el primer día en que llegaron los universitarios pues transformamos su realidad y dimos a conocer en todos los ámbitos, la transgresión a sus derechos humanos fundamentales. La causa del semidesierto ha motivado a que los pobladores de aquellas tierras y yo, nos hermanemos en lazos de amistad que ellos generosamente fortalecen cuando me regalan unos quesos o unos tacos impregnados de agradecimiento que saboreo y comparto con mis muchachos. Esta vez, acudiremos el próximo 4 de noviembre a llevarles las donaciones que amablemente son entregados en nuestro centro de acopio ubicado en la Escuela de Derecho, tanto por la sociedad zacatecana como por la comunidad universitaria, fecha en la que seguramente, los habitantes verán con gusto el autobús de la UAZ que motiva sus sonrisas, cuando menos por unos días. Gracias por apoyar esta causa que ha encontrado eco en muchos buenos corazones. ■

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*Doctor en Derecho y Ambientalista

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