De entrada, contactos varios, un primo hermano del Chícharo José Calvillo, heredero fecundo de la obra pictórica e historiográfica de su tía la pintora infrarrealista Flora Martínez Bravo; otro el contacto supremo de Don Armando, un taxista experto en ser guía y veedor de invasiones, tráficos y mares en 50 minutos de ambos lados del hemisferio, la mejor, una hondureña que vigiló el viaje por mas de 20 horas y que constató de esa energía dispensadora para pagar los mexicanos por otra persona con problemas para entrar a otro país, -4 o 5 dólares exigidos en la aduana-, eso, me hizo ganar su confianza, su guaifai, sus contactos en la loca ciudad de Panamá, mas perra que nunca, peligrosa y ultra sexual, tranquilona y sudada, lugares prohibidos, playas eternas.
Déjenme les explico: Panamá es el país mas exuberante de américa, con apenas 5 millones de habitantes, existen áreas donde no hay un solo pobre, pónganle 2 millones de habitantes en ciudad del este, un complejo urbanístico de alta gama donde el pueblo judío exulta lo que tiene y lo que vale, sin dejar de ser amables o claridosos; la otra, la ciudad de los peligros, de asaltos y crímenes, de tugurios y trampas, de embate social, de izquierda triunfadora, de locos de atar y de presidios infrahumanos.
Darién, las selvas, los miles de indocumentados, el odio a los transas de Venezuela, de áfrica y de Asia, dolores, travesías penosas, un calor como nunca, también el contacto con los indígenas artesanales y agrícolas recordando invasiones estadounidenses, Torrijos, su hijo, Noriega, -el cara de piña-, el tránsito interoceánico, las empanadas, el mercado de mariscos, la cinta costera, el metro de la Imagen Milagrosa de la Virgen del Carmen, patrona de los mares y jefa suprema de los conquistadores y sencillos mineros que nunca tuvieron miedo o supieron esconderlo para transformarlo y tener ganancias rapiditas para sus familias.
Yo con mis apuntes, la tirada de cartas, sueños donde muchísimos espíritus vigilaban mi travesía, reuniones gigantes en cuartos gigantes y sintiendo de cerca quien miraba o alertaba, reportes periodísticos y crónicas a la Jornada Zacatecas o portales y revistas de San Luis o Boyacá, la guaira o la mesa central de los Orinoco, mas bien la pampa y sus revistas de los poetas muertos, Aldo Novelli, Bocanegra, Pérez y Sotelo, los alumnos fraternos de Sábato, Santos Lugares, todo el infinito de un continente en el que guardo contactos para explicar de donde venimos y qué queremos.
Cada vez más cuesta comprender lo mas sencillo, se trata de exponer las imágenes que nos impactan al ver la rutina de cada pueblo y país, uno como hombre se fija en las mujeres y en los árboles, los polis y los transas, pero hay una ruta siempre explicable que nos resguarda y nos llena de vivencias que luego son compartidas y Panamá es el orgullo, la buena merca, oscos y toscos entre los mas sencillos o humildes, pero mas que nada, la voz sencilla de un país que trata de explicar lo maravilloso de sus islas y mares concentrados y mientras, los noticieros son honestos y sesgados, los temas centrales en torno a la vivienda, el precio del dólar o las migraciones forzosas de gente de todas partes del mundo.
Panamá de verdad mas humana que nunca, diestra para solventar cada día, brujería y poderes que son inocultables, selvas que te hacen volar, árboles cuadrados, aves del paraíso y llenas de la abundancia.
Esa es la meta siempre, la super abundancia de todo un corredor centroamericano que le da de ida y vuelta a los mercados del mundo, los libros y las musicalidades reproducidas en la ayuda mutua, solidaria, sin marca, pero con marca, compitiendo siempre y dejándose llevar por el orgullo de pertenecer a un país, un pueblo maravilloso en el mundo, como lo es Panamá.