Este domingo se vio un manojo de la necedad, un entusiasmo del frenesí de sentirse dueños de todo y de nada, la alquimia nos dice: cuidado, el hechizo durará muy poco, allá afuera el reto es mayúsculo, pues solo se requiere de un empujoncito y arrasar al devenir, darle fuerza al gran prodigio de las transformaciones, signo definitivo del cambio que anhelamos, en nombre de los cientos miles de inocentes que fueron puestos en escena del gran sacrificio y la injusticia, en nombre de todas las luchas sociales que se fueron transformando en triunfos innegables, en la toma del poder popular, éxito en las calles y en las urnas, los hogares alertas, los barrios combativos.
Vimos a una horda de hordas reclamando que la mentira tiene efecto, el orador como el más proclive a enmascarar un discurso de intolerancia con la putrefacción y la intransigencia, la opinión pública les dice: tienen derecho a existir pero y las condiciones son otras: una nueva fuerza política emergente histórica que puede respirar y desasociar por sí misma, a una etapa crucial y enferma que nos dolió en lo más profundo a través de muchos sexenios realmente saqueadores y proclives al crimen y al narco, se trata de una confrontación directa, de ser protagonistas de la historia los que hemos luchado durante años por que la clase obrera mexicana tenga por fin algo de paz y de justicia directa , de equidad electoral, así de limpia o de entrañable, no la guerra sucia, más bien, las armas de los hechos a la vista de todos.
La derecha mexicana se cree dueña del escenario; reta a que su propia trampa nos entrampe en ella, pero su despliegue se maneja por la mentira y la estafa directa, la osadía de que los sistemas antiguos del saqueo puedan volver a reproducirse en la experiencia del fraude, el crimen, el desahucio de las leyes y la corrupción a gran escala de todos los segmentos de una sociedad que a fin de cuentas, les rechaza la complicidad, el mal a los niños del país, sus ancianos de la espera, los barrios y sus ancestros de luchas que nunca vieron al victoria de la huelga, de su candidato, y en cambio, hubo bala, fosa, censura.
No es una metáfora que lo de está en marcha haya marcado el fin de una estrategia y le entren al colofón del desorden mas organizado, la perpetración de magnicidios y de un caos donde la presión derechista ejerza la fuerza de sus millones de pesos mal habidos y mientras, por el otro lado, la toma de conciencia de una etapa que marca en definitiva la ruta de una humanidad con lucha de clases, de sistemas y de globalidades, de histerias y derrotas, de victorias colectivas y arrasamientos con la lógica que mantiene firme la propuesta del bienestar, no de la rapiña.
No el desorden.
No las farsas muy bien montadas.
El país está en el ojo del huracán, lo que nos serena, es la magnitud del cambio arropando el nuevo ciclo sin temor alguno.
La Claudia.
