La Gualdra 242 / Cine / Política
En el año 2009 la directora peruana Claudia Llosa presentaba en la Berlinale su segundo largometraje, La teta asustada, estelarizada por su compatriota Magaly Solier. La cinta ganó el Oso de Oro y estuvo nominada a los Óscares en la categoría de película extranjera.
La historia no es solamente un “aburrido” drama familiar marcado por la violación y la pobreza: una mujer fue violada durante su embarazo y transmitió a su hija el mal de la “teta asustada” que la hace repeler a todo hombre fuera de su familia y temerosa del contacto social; la hija para protegerse de ser violada como su madre decide meterse en la vagina una papa y dejarla ahí para siempre.
La película es más bien un testimonio de violencia nacional; una cinta que transmite los traumas y temores de la población peruana tras dos décadas de violencia, de terrorismo, de supresión de garantías individuales y feminicidios. La teta asustada es un documento que sirve para recuperar y conservar la memoria inmediata de la historia peruana.
Alberto Fujimori fue presidente de Perú de 1990 a 2000. Introdujo políticas económicas neoliberales, desvió recursos por 600 millones de dólares y en abril de 1992 se dio un autogolpe de Estado para suprimir el Congreso y facilitar la implementación de sus reformas. Desde el 2009 –tras un proceso de extradición chilena comenzado en 2005- cumple una condena de 25 años de prisión por delito de lesa humanidad y corrupción.
Ahora, el 10 de abril, se celebraron elecciones presidenciales en Perú. Entre los 14 candidatos se presentó Keiko Fujimori, hija del expresidente actualmente presidiario. En Perú votar es una obligación ciudadana: si una persona no vota recibe una multa por casi 25 dólares, misma que de no pagarse bloquea al ciudadano para realizar cualquier trámite administrativo (pasaportes, créditos y trabajos en gobierno). Además, para tener un ganador se requiere que el candidato obtenga el 50% de los votos válidos, si no se convoca a una segunda vuelta únicamente con los dos candidatos finalizados a la cabeza. Y así fue, pasaron la hija de Fujimori (39.75%) y Pedro Pablo Kuczynski (21.03%), ambos representantes de la derecha peruana.[1]
La diferencia entre estos candidatos es casi del doble porcentual, el resto, a excepción de Verónika Mendoza (18.80%), no pasó la primera décima porcentual. Ambos punteros gozan del apoyo de la población y burguesía limeña (la ciudad tiene 10 millones de habitantes y representa el 30% de electores nacionales). La diferencia se predecía en las encuestas aunque en los últimos días, sobre todo a causa de la conmemoración del autogolpe, hubo manifestaciones antifujimoristas agresivas en varias poblaciones del país: en Cuzco, por ejemplo, consiguió reunir a 10 mil ciudadanos que con pancartas hacían mofa agresiva de Keiko Fujimori.
En fin, parece que la memoria histórica puede ser corta, y los aislados intentos de las expresiones culturales no calan hondo en el espíritu nacional. Y sino, hay que ver el presente en México.
[1] http://www.eleccionesenperu.com/

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