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martes, 22 abril, 2025
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Juan Carlos Villegas: infancia y máscaras

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Por: MARCO ANTONIO CAMPOS •

La Gualdra 583 / Artes plásticas

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Con un aire, un aire verde y azul, que viene desde la infancia de un pueblo mínimo de casas bajas, la pintura del notable artista zacatecano Juan Carlos Villegas, pese al múltiple colorido del vestuario de los personajes, pese a la vista de una llama enigmática que se repite, uno siente casi en cada cuadro el llamado de la soledad y de una tristeza que crece en el paisaje y el pueblo natales, un abandono causado tal vez por la migración y desde hace unos años por la violencia que sólo trae muerte y familias destrozadas. No en balde a una de sus exposiciones la tituló Desterrados: los habitantes se han exiliado del pueblo o del país o, aún más, de la vida. El paisaje del pueblo natal, Potrero de Gallegos, al que mejor será no regresar, es de contrastes: de un lado, la tierra oscura, seca y reseca con animales en desamparo (vacas, becerros, caballos, burros), y por otro, la llanura y los cerros verdes en la temporada de lluvias.

El pueblo se nombró así, porque en vez de ensancharse desde la cabecera de un rancho, nació como un potrero, y lo fundó una familia de gallegos, y fue pensado, ante todo -me digo- para la cría, la competencia, las carreras de caballos y las suertes charras. Un pueblo que pudo imaginar Juan Rulfo, incluso con su cerro de la Media Luna, el cual desde lo alto vigila lo que en el pueblo pasa.

Los personajes de la pintura de Villegas, aun algunas mujeres tocadas por la belleza, son siempre solitarios: hombres que han perdido la cara para ponerse la máscara, ángeles femeninos caídos del cielo pero en el lugar equivocado, arcángeles sin nadie a quien llevar el mensaje, algo como hombres disfrazados que parecen salidos de un circo de terror e, insistentemente, el mismo Juan Carlos Villegas, como pintor y autorretratado, actuando quieta o graciosamente en múltiples papeles. Los “fondos craquelados” de los cuadros son como un espejo que al verlo hace creer, con su mapa sin simetría de hendeduras y puntos, que se vive en un mundo roto.

A lo mejor, me digo, para Juan Carlos Villegas, el emblema de su obra es la rueda de una de sus pinturas en que un hombre enmascarado la hace girar al revés.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/583

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